África debe prepararse para el regreso de Trump.Emmaculada A Liaga y Zenge Simakoloyi. ISS. 9 de diciembre de 2024

12/10/24
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Historia
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¿Cómo afectarán las políticas del segundo mandato de Donald Trump a las relaciones de EE.UU. con el continente?

El reciente viaje del presidente Joe Biden a Angola -la primera visita de Estado de un presidente estadounidense en nueve años- ha puesto de relieve el renovado compromiso de Estados Unidos con África. Pero a medida que Donald Trump se prepara para su segundo mandato, surgen preguntas sobre el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y África, y si este compromiso continuará.

El primer mandato de Trump, caracterizado por una agenda "América primero" centrada en el interior, puso de manifiesto la necesidad de que África recalibrara sus estrategias, sobre todo en los principales compromisos geopolíticos y de seguridad. Las políticas de su segundo mandato y las prioridades de su círculo más cercano influirán en varias cuestiones críticas a nivel bilateral, regional y continental.

El regreso de Trump brinda a los países africanos la oportunidad de adoptar una postura proactiva en la configuración de sus relaciones políticas y económicas con EE.UU. y desarrollar estrategias resilientes en lugar de reaccionar a los cambios en las políticas estadounidenses.

Se espera que cambien las relaciones bilaterales clave, en particular entre Estados Unidos y Sudáfrica, debido a la oposición de Estados Unidos a la demanda de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) contra Israel en relación con Gaza, y a los estrechos vínculos del país con China y Rusia.

El primer mandato de Trump mostró la necesidad de que África recalibrara sus estrategias geopolíticas y de seguridad

En particular, la posición neutral de Sudáfrica en la guerra entre Rusia y Ucrania será un punto de tensión en una segunda presidencia de Trump. El presidente también se opone a la creciente asociación de Sudáfrica con China, que se ve amplificada por los esfuerzos de China para dirigir el comercio mundial lejos de Estados Unidos y el intento de los BRICS de desdolarización, una medida criticada por Trump.

Es probable que figuras notables del bando de Trump también afecten a las relaciones entre Estados Unidos y Sudáfrica. Por ejemplo, el senador Marco Rubio, presunto secretario de Estado y firme crítico con China, condenó la decisión de Sudáfrica de rebajar la embajada de Taiwán.

Elise Stefanik, elegida por Trump como embajadora ante la ONU, formó parte de una petición que condenaba el caso de Sudáfrica ante la CIJ contra Israel, calificándolo de intento de 'demonizar' a Israel. Michael Waltz lideró una iniciativa para revisar los lazos entre EE.UU. y Sudáfrica, una iniciativa a la que Biden se resistió, pero que, con Waltz como candidato de Trump a consejero de Seguridad Nacional, podría ganar impulso.

Sudáfrica asumió la presidencia del G20 el 1 de diciembre y acogerá la cumbre de Johannesburgo de 2025. El país se enfrenta ahora al doble reto de mantener la neutralidad y, al mismo tiempo, abordar las crecientes divisiones geopolíticas: tratar de crear consenso entre los miembros del G20 y un grupo BRICS ampliado y, al mismo tiempo, gestionar un Estados Unidos más aislacionista bajo el liderazgo de Trump.

Esto también representa una oportunidad para que Pretoria destaque las prioridades africanas en la escena mundial, especialmente con la Unión Africana (UA), ahora miembro de pleno derecho del G20. Con Estados Unidos sucediendo a Sudáfrica en la presidencia, esta transición podría allanar el camino para un posible compromiso entre Cyril Ramaphosa y Trump durante el año, ofreciendo una ventana crítica para el diálogo y la posible recalibración de las relaciones.

En África Oriental, el estatus recientemente elevado de Kenia como aliado principal no perteneciente a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) podría ofrecer a Nairobi algunas fichas de negociación en el espacio internacional. A pesar de la política de Trump de "América primero" y de sus opiniones negativas sobre la OTAN, podría moderar su enfoque centrándose en asociaciones bilaterales estratégicas con aliados de la OTAN-NM, como Kenia.

Se espera que las relaciones bilaterales clave en África, en particular entre EEUU y Sudáfrica, cambien.

Es probable que la nueva administración estadounidense mantenga sus relaciones de seguridad en África Oriental y el Cuerno de África, en gran parte debido a la visita de Rubio a Kenia y Somalia en 2019, como parte de una misión de supervisión bipartidista para el Comité Selecto de Inteligencia del Senado.

Además, debido al declive de la influencia estadounidense en materia de seguridad en África Occidental, como consecuencia de los sucesivos golpes de Estado y la posterior expulsión de las tropas estadounidenses de Níger, se espera que el mantenimiento de la asociación en materia de seguridad con Kenia siga siendo una prioridad.

Y teniendo en cuenta la misión multinacional de apoyo a la seguridad (MSS, por sus siglas en inglés) dirigida por Kenia en Haití, los compromisos bilaterales entre EE.UU. y Kenia podrían mover la aguja para asegurar el compromiso de financiación de más de 300 millones de dólares estadounidenses para la misión. Aunque esto sería una tarea difícil dada la reticencia del bando de Trump a financiar la ONU, y el mantenimiento de la paz en particular, a pesar de que EE.UU. propuso la resolución para sustituir el MSS dirigido por Kenia por una misión de la ONU.

Trump prefiere que los socios estratégicos asuman una mayor parte de la carga sin que EE.UU. extienda demasiado sus recursos, por lo que Kenia debe buscar apoyo más allá de EE.UU.

En el frente regional, quizá la zona más polémica sea el Cuerno de África. El controvertido documento de propuestas Proyecto 2025, elaborado por el capítulo conservador de la Fundación Heritage en el Departamento de Estado, incluye el reconocimiento de Somalilandia como protección frente a la creciente influencia de China en Yibuti.

Esto coincide con el ex subsecretario de Asuntos Africanos Tibor Nagy, que sirvió en el primer mandato de Trump y abogó por su reconocimiento. Aunque negado por Trump, el Proyecto 2025 está escrito predominantemente por exfuncionarios clave de Trump, incluido el autor del capítulo del Departamento de Estado, Kiron K Skinner. En apoyo de esto están las optimistas declaraciones de reconocimiento de Somalilandia del ex secretario de Defensa del Reino Unido Gavin Williamson tras conversaciones con los líderes políticos de Trump.

Esto podría complicar las relaciones entre Estados Unidos y Somalia y entre Estados Unidos y Etiopía, ya que intensificaría las tensiones en torno al acuerdo de Etiopía con Somalilandia para acceder al Mar Rojo, para disgusto de Somalia, que ha buscado alianzas con Egipto y Eritrea para contrarrestarlas. El éxito de los esfuerzos de mediación de la UA entre Etiopía y Somalia dependerá en gran medida de si se cumplen o no estas condiciones.

Es poco probable que el impulso para la reforma del CSNU a favor de África aumente bajo el segundo mandato de Trump.

A nivel continental, la forma en que Estados Unidos responda a las propuestas de reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) será importante para África. La actual embajadora ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, ha expresado su apoyo a que África obtenga un puesto permanente (aunque sin derecho a veto) en el CSNU. ¿Continuará la administración Trump con este impulso?

Dados los intentos de Trump durante su primer mandato de desfinanciar la ONU y su preferencia por las relaciones bilaterales frente a las multilaterales, es poco probable que el impulso de la reforma del CSNU a favor de África aumente durante el segundo mandato de Trump. En cualquier caso, África debe abordar sus divisiones internas sobre cómo se asignarán los dos escaños previstos en el Consenso de Ezulwini.

Un aspecto más importante de las relaciones entre Estados Unidos y África sería la posición y la contribución de Estados Unidos a la resolución 2719 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, un mecanismo diseñado para financiar las operaciones de apoyo a la paz (OAP) dirigidas por la Unión Africana. Estados Unidos es el mayor contribuyente a las OAP de la ONU, con un 27% del presupuesto de 6.100 millones de dólares para 2023-24. A los pocos meses del primer mandato de Trump, Estados Unidos logró reducir el presupuesto de mantenimiento de la paz de la ONU en 600 millones de dólares, aunque su objetivo era una reducción inicial de 1.000 millones.

Aunque se mantendrá la resolución, la base caso por caso en la que debe apoyarse la autorización podría suponer un reto importante para África. Los debates del CSNU sobre la aplicación de la 2719 en Somalia, por ejemplo, suscitan un fuerte rechazo por parte de Estados Unidos.

Que Trump mantenga el renovado interés de Estados Unidos por África dependerá de la alineación de los intereses estadounidenses y africanos -a pesar de su diversidad- y de la presión de Washington para contrarrestar la creciente influencia de Rusia y China. Independientemente de la trayectoria política de Estados Unidos, África debe estar preparada.

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