El colapso de las bases rusas en Siria amenaza el avance de Moscú en África. Xabier Aldekoa, La Vanguardia. 10 de diciembre de 2024

12/11/24
5 minutos de lectura.
Política
blog main image

El poder ruso en África se resquebraja tras el terremoto político en Siria. Los esfuerzos de Moscú de los últimos siete años para aumentar su influencia en varios países africanos dependen de la suerte de las dos bases militares que Rusia mantiene en el este sirio y que, a día de hoy, es todavía incierta tras el avance relámpago de la alianza de milicias encabezada por Hayat al-Tahrir al-Sham (HTS), antigua filial de Al Qaeda.

La base aérea rusa de Jmeimim, en la provincia de Latakia, y la naval de Tartus, en la costa, han sido dos puntos geoestratégicos clave para el envío de armamento y mercenarios rusos de África corps (los antiguos Wagner) a países como República Centroafricana, Mali, Burkina Faso, Níger, Sudán o Libia y la recepción, como contrapartida por sus servicios, de las riquezas militares explotadas en minas africanas

Si la pérdida de ambas sedes supondría un golpe devastador a la capacidad de Rusia de proyectar su poder en Oriente Medio y el Mediterráneo, la imposibilidad de operar desde Jmeimim o Tartus interrumpiría el apoyo militar decisivo que Vladimir Putin ha brindado a los regímenes militares del Sahel y que les ha permitido mantener el poder.

El pasado mes de abril, el portal de noticias libio Fawasel Media publicó un vídeo en el que se veía como un barco ruso desembarcaba en el puerto libio de Tobruk varias toneladas de equipo militar como vehículos blindados, lanzacohetes o artillería, además de mercenarios. Los suministros, que habían salido de Tartus, tenían como destino, además de robustecer la presencia militar rusa en el este de Libia, reforzar el apoyo a los líderes de golpes africanos del Sahel, aliados prioritarios de Moscú.

“Rusia podría intentar aprovechar su presencia en Libia o Sudán como alternativas, pero la falta de acuerdos formales con estos países y la infraestructura insuficiente los convierte en sustitutos inadecuados”.

Instituto para el Estudio de la GuerraThink tank con sede en Washington

La ola de mercenarios rusos llegada a África, con la excusa de brindar seguridad y acompañada por campañas de desinformación bien diseñadas, había desbancado en los últimos años a Francia, que se vio incluso obligada a retirar sus tropas de sus ex colonias.

Moscú negociará “con quienes estén en el poder” para retener sus sedes sirias de Jmeimim y Tartus

Ahora el equilibrio de fuerzas tras la caída de Bashar el Asad podría dar un vuelco. Por eso Rusia se resistía ayer a dar por perdidas sus bases militares sirias, operativas desde 2017, cuando Damasco y Moscú acordaron la presencia de tropas rusas en las bases durante 49 años. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, aseguró ayer que era “prematuro” hablar de la suerte de sus instalaciones y abrió la puerta a una negociación con quienes, hasta ahora eran sus enemigos. “Todo esto es un tema de discusión con quienes estarán en el poder en Siria”, dijo. Peskov añadió que el ejecutivo ruso hará “todo lo necesario y todo lo posible para entrar en contacto con quienes pueden ocuparse de la seguridad. Y, por supuesto, nuestros militares también están tomando todas las precauciones necesarias”.

Aunque el HTS aseguró en primera instancia que respetaría los intereses extranjeros en Siria, su líder Abu Mohamed el Yulani dijo en una entrevista a la CNN que quería a las fuerzas extranjeras fuera del país.

Según el think tank Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW en sus siglas en inglés), la salida rusa de Siria “probablemente perturbará la logística rusa, los esfuerzos de reabastecimiento y las rotaciones de mercenarios de África Corps, debilitando particularmente las operaciones y la proyección de poder de Rusia en Libia y el África subsahariana”. Y dejaría pocas alternativas viables. “Rusia –añadía ISW- podría intentar aprovechar su presencia en Libia o Sudán como alternativas, pero la falta de acuerdos formales con estos países y la infraestructura insuficiente los convierte en sustitutos inadecuados”.

Por el puerto sirio pasaban los beneficios de las minas de Mali, Burkina o República Centroafricana

Para el analista John Lechner, la inestabilidad por la actual guerra civil sudanesa convierte a la opción libia en la mejor elección rusa, pero no en la ideal, ya que el envío de suministros a Libia sería más caro que por la vía siria y dependería del impredecible mariscal Jalifa Haftar, además de un pequeño detalle: una base naval rusa en Libia sería una línea roja para Estados Unidos y Europa.

El colapso de las bases rusas en Siria amenaza el avance de Moscú en África (lavanguardia.com)