Las elecciones legislativas del próximo otoño serán una buena oportunidad para comprobar el grado de estabilidad social y política en Somalia, un país con importantes retos internos y externos a los que debe dar respuesta.
El Cuerno de África ha sido con frecuencia un espacio convulso. Los enfrentamientos entre países y los conflictos internos han estado a la orden del día durante décadas. Tras la guerra civil iniciada en 1991, que desintegró las estructuras políticas y fragmentó el poder entre señores de la guerra, clanes y grupos islamistas, Somalia se convirtió en una nación sin Estado. Aquella imagen de los 90 queda bastante lejos y, a pesar de los problemas existentes, el país está en otro punto. Desde 2012, cuando terminó oficialmente la transición, el país ha encarado un proyecto nacional de estabilización.
¿Llega la tranquilidad?
Somalia sigue siendo uno de los países más pobres del mundo y el impacto de las sequías, plagas, conflictos y la volatilidad de los precios mundiales afectan de forma directa a su desarrollo económico. Según el Banco Mundial, el salario para dos tercios de la población es de 2,15 dólares al día y se calcula que el 54 % de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, un porcentaje mucho mayor entre las comunidades nómadas. Además, la población activa en el mercado laboral es ínfima: un 33 % entre los hombres y apenas un 12 % entre las mujeres. A pesar de ello, en los últimos años se está consolidando un cambio económico que es visible de manera especial en su capital, Mogadiscio. El país logró en 2024 salir de la situación de sobrendeudamiento, permitiendo la llegada de nuevas inversiones y el impulso de estructuras sociales como Baxnaano, el primer programa de protección social nacional. A ello se suman las últimas noticias sobre prospecciones petrolíferas en las costas somalíes que han captado la atención de las grandes compañías internacionales. Queda por determinar cuáles serán los efectos de esta futura explotación en el medioambiente y, sobre todo, en el litoral.
Todo este desarrollo económico hubiera sido inviable sin la estabilización política del país. Aunque existen numerosas adversidades, lo cierto es que desde 2012 ha ido mejorando su situación. El Gobierno Federal de Somalia (GFS) tiene bajo su control gran parte del sur y centro del país, donde ha establecido una administración y ha logrado reducir la influencia del grupo terroristaAl-Shabaab, que en 2011 dominaba importantes extensiones en el sur del territorio. Además, desde 2013 se han ido constituyendo las diferentes regiones federales de Somalia, que han sido la pieza clave de la extensión del Estado. En la actualidad, Somalia está conformada por siete regiones y la capital, aunque Somalilandia sigue siendo un estado independiente de facto. Las relaciones entre el Estado y algunas regiones han sido tensas, especialmente con Jubalandia y Puntlandia, que se enfrentaron con el anterior primer ministro, Mohamed Abdullahi, conocido como Farmajo, en 2021 tras extender su mandato presidencial. Estas regiones tienen sus principales apoyos en dos estados vecinos: Etiopía y Kenia. Mientras, las regiones de South West, Hirshabelle y Galmudug son los principales pilares del Gobierno central.
En 2025 Somalia tiene una doble cita con las urnas. En primavera tendrán lugar elecciones locales y en otoño parlamentarias. Este, en concreto, es uno de los grandes desafíos del país, ya que no ha celebrado elecciones por sufragio universal desde 1969. El debate lleva años sobre la mesa: los presidentes se comprometen en cada legislatura a que los siguientes comicios se harán por el sistema one persone one vote (‘una persona, un voto’), pero nunca se ha cumplido. En la actualidad, el sistema de elección parlamentaria se realiza a través de la selección de delegados, que son elegidos por cada uno de los clanes que componen Somalia. Esos delegados eligen, a su vez, a los diputados que, en última instancia, votarán al presidente. Aunque desde 2017 existe un registro oficial de partidos políticos, su implantación es escasa, sobre todo porque no han tenido una participación activa en la vida política del país. Además, se suele señalar como otro problema que hay regiones donde no será posible votar por la amenaza de Al-Shabaab. Mientras tanto, se van dando pasos adelante. El Parlamento somalí aprobó el pasado 27 de noviembre la creación de la nueva Comisión Electoral Federal. La votación tuvo lugar un día después de que el Ejecutivo aprobara la creación del organismo.
El gran desafío
A pesar de la estabilización del país y la creación de un Gobierno con mayor capacidad de acción, la República Federal de Somalia sigue teniendo un desafío territorial: una de sus regiones, lejos de querer formar parte del proyecto nacional, actúa como un estado independiente. En 1991, Somalilandia, en el extremo norte, declaró unilateralmente su independencia y ha ido construyendo su propio Estado, siendo una de las regiones más estables del Cuerno de África. Este territorio, a pesar de no contar con reconocimiento internacional, tiene una Constitución, un Gobierno, una moneda propia y un Ejército que defiende su soberanía. A pesar de las negociaciones ha sido imposible llegar a un acuerdo, dado que los puntos de partida son radicalmente diferentes: para Somalia es un territorio más de la república y no va a ceder en su reclamación; Somalilandia, por su parte, considera que es un estado independiente con legitimidad y no tiene ningún interés en vincularse a lo que ocurra en el sur. La situación ha sido tan tensa que, en ocasiones, ha desembocado en una escalada bélica.
En ese sentido, Somalilandia considera que sus fronteras oficiales están demarcadas por su pasado colonial: sus límites son los del antiguo protectorado británico del mismo nombre. Sin embargo, las provincias del este, Sool, Sanaag y Cayn, están habitadas por una mayoría somalí dulbahaante y warsangali que, durante años, se ha sentido marginada por el Gobierno somalilandés y por su población mayoritaria, los isaaq. Los dos primeros grupos están más vinculados a las poblaciones de Puntlandia, con los que comparten la misma rama del clan darood. En esas circunstancias, Puntlandia y Somalilandia se han enfrentado en varias ocasiones por el control de estos territorios. En enero de 2023 la situación dio un vuelco con el inicio de la llamada Blue Revolution (‘Revolución azul’), en referencia al azul de la bandera nacional somalí. Manifestaciones públicas en las principales calles de las ciudades, sobre todo en Las Anod, promovieron que el Gobierno somalí interviniera para aumentar su presencia en la zona.
Ante la situación de desconcierto, se produjo un nuevo enfrentamiento, con la penetración militar por parte de Somalilandia en la región para asegurar de nuevo el control del territorio. Sin embargo, sus tropas fueron expulsadas en verano de 2023 y el control efectivo de estas provincias es muy limitado. En esta situación, el GFS proclamó la creación del Estado Federal SSC-Khatumo. La sigla está compuesta por las iniciales de las tres provincias en cuestión, mientras que khatumo se puede traducir como ‘resultado positivo’. Este movimiento del GFS generó malestar tanto en Puntlandia como en Somalilandia. Los primeros consideraban que era un territorio que debía formar parte de su Estado federal, mientras que los segundos defendían que eran parte inalienable de su territorio. Sin duda alguna, el resultado por el momento ha sido muy positivo para el GFS que no solo ha expandido su espacio de influencia, controlando territorios que estaban bajo administración de Somalilandia, sino que además ha logrado frenar las aspiraciones de Puntlandia, que es uno de los estados más extensos y poderosos de Somalia.
Una red compleja
Mientras que a nivel interno Somalia está logrando importantes éxitos, en la arena internacional la situación es bastante grave. La relación con sus vecinos nunca ha sido sencilla y ha estado protagonizada por continuas desavenencias e invasiones militares, sobre todo por parte de Etiopía, aunque también de Kenia. Los Gobiernos de Adís Abeba han actuado en territorio somalí para proteger sus intereses y su seguridad y han mantenido una relación muy estrecha con Somalilandia. Aunque hubo un pequeño impás de entendimiento en el período 2018-2023 entre Somalia y Etiopía, la decisión de este último de firmar un Memorando de Entendimiento (MoU, por sus siglas en inglés) con Somalilandia hizo saltar por los aires cualquier tipo de nuevo acuerdo entre ambos países.
Este documento, hecho público a principios de 2024 (ver MN 699, p. 9), suponía el compromiso de reconocimiento de Somalilandia como estado por parte del Gobierno etíope a cambio de la cesión de un territorio costero para la construcción de un puerto que le diera a Etiopía su ansiada salida al mar. Esta situación, denunciada por todas las instituciones internacionales como un procedimiento no acorde a las leyes internacionales, se entendió en Mogadiscio como una agresión directa. Pero el MoU ha generado bastante confusión: Adís Abeba entiende la cesión efectiva del territorio por un tiempo indeterminado, mientras que Hargeisa habla de un acuerdo para la construcción de un puerto militar en la zona. Además, la rúbrica del acuerdo ha reforzado las alianzas regionales entre Eritrea y Somalia, territorios que sufren la presión y amenaza etíope de lograr un puerto comercial. A ellos se ha sumado Egipto, un aliado tradicional que defiende su integridad territorial y soberanía. Así, en 2024 los tres países han reafirmado la cooperación entre ellos y el Gobierno de Al Sisi se ha comprometido con el envío de tropas a Somalia para favorecer su estabilización y la lucha contra Al-Shabaab. Este acontecimiento, junto con las declaraciones del presidente somalí, Hassan Sheik Mohamud, en el que aseguraba que el Gobierno decidiría qué tropas permanecen en territorio somalí, han generado cierta incertidumbre entre el Ejército etíope. Adís Abeba ha sido el principal contribuyente a la ATMIS (African Transition Mission in Somalia), pero como consecuencia de la enemistad etíope-somalí, parece probable su salida con la puesta en marcha de AUSSOM, la nueva misión.
Las relaciones tampoco han sido cordiales con el otro vecino, Kenia. Su Gobierno ha visto la frontera con Somalia como un problema para su seguridad, derivado de la presión migratoria y de refugiados somalíes, y por la amenaza que representa Al-Shabaab para el país. Los atentados terroristas del Westgate en Nairobi en 2013, con 72 muertos, y de la Universidad de Garissa en 2015 con 147 fallecidos, han reforzado la postura keniana. Además de la tensa relación con el Gobierno somalí, ha intervenido militarmente de forma unilateral y ha extendido su influencia sobre Jubalandia, del que se ha convertido en su principal aliado, potenciando su papel como opositor al GFS. Este vínculo ha tenido su derivada interna. El 25 de noviembre fue reelegido como presidente jubalandés Ahmed Madobe, que lleva al frente del estado federal desde 2012. Su elección fue declarada ilegal por Somalia, lo que generó algunas reyertas en la región. La relación entre ambas administraciones siempre ha sido compleja, lo que se debe en parte a la influencia del vecino keniano.
Por último, la aproximación de Kenia a Somalilandia llevó a la ruptura de relaciones por parte de Somalia en 2020, tensando aún más la situación.
Origen, en buena medida, de las tensas relaciones regionales, Al-Shabaab ha sido el principal actor opositor al Gobierno de Somalia desde 2007. Heredero de la Unión de Tribunales Islámicos, se radicalizó y controló extensas regiones en el sur somalí, incluida Mogadiscio, hasta 2011, cuando fue expulsado. Aunque año tras año ha visto reducida su presencia territorial, esto no ha supuesto el fin de los actos violentos, que se han incrementado. En octubre de 2017 cometió el peor atentado terrorista de la historia de Somalia y el segundo del mundo por número de víctimas, solo por detrás del 11-S. La explosión de un camión cisterna en la capital dejó más de 600 muertos. El efecto más inmediato fue la reacción de la población, parte de la cual había legitimado y apoyado sus acciones. En la actualidad, el grupo terrorista sigue perdiendo posiciones, pero el desafío para el Gobierno es frenar los ataques terroristas y acabar con el principal elemento desestabilizador en el interior del país.
Somalia está dando pasos hacia la estabilización económica y política en los últimos años, alcanzando un equilibrio muy frágil que corre peligro si no se actúa en el plano internacional. La estabilidad de Somalia pasa por unas relaciones regionales basadas en la cooperación con los estados vecinos y una paz que se resiste.
Para saber más
Por Óscar Mateos
Somalia es uno de los espacios africanos peor representados en los medios de comunicación occidentales. Desde la década de los 90, a este país del Cuerno de África le persigue el cliché del «estado fallido» (etiqueta comúnmente utilizada para todo lo que tenga que ver, incluso hoy, con el país), el papel de los grupos fundamentalistas islámicos (análisis, en este caso, también exento de un contexto adecuado), y más recientemente, el papel de los llamados «piratas somalíes». A esto último han contribuido películas como Capitán Phillips (2013), dirigida por Paul Greengrass y protagonizada por Tom Hanks. Aunque ya lo recomendamos hace dos años en esta sección, para deconstruir y contextualizar el fenómeno de la piratería somalí vale la pena recuperar el documental Toxic Somalia (2010), de Paul Moreira.
Para saber más sobre Somalia disponemos de multitud de recursos que desde un análisis complejo y divulgativo nos pueden ayudar a entender mejor un país en plena efervescencia política y social. Tres libros nos ayudarán a entender el contexto histórico y político. El primero, Historia de Somalia (Casa África/La Catarata, 2023), viene de la mano del profesor de la Universidad de Valladolid y autor del reportaje en el que se encaja esta sección, Pablo Arconada. El autor ofrece un análisis exhaustivo de la historia del país, desde sus orígenes hasta la actualidad, desglosando en diez capítulos los principales procesos y acontecimientos que han moldeado la nación. Una segunda obra, más desde lo vivencial, es Mogadiscio (Casa África/La Catarata, 2022), escrita por el exembajador de la UE en Somalia, Nicolás Berlanga Martínez. Este trabajo proporciona una perspectiva personal y contemporánea de la vida en la capital somalí, narrando experiencias vividas durante su misión diplomática, incluyendo desafíos como la pandemia, la diplomacia en tiempos de conflicto y el papel de la sociedad civil en la construcción de un país más justo. El tercer libro, Getting Somalia Wrong?: Faith, War and Hope in a Shattered State (Zed books, 2012), está firmado por Mary Harper, periodista de la BBC especialista en el Cuerno de África. El argumento de la obra desafía la percepción común de Somalia como un estado fallido al destacar la resiliencia de su sociedad. La autora considera que, a pesar de la ausencia de un Gobierno central efectivo, existen sistemas alternativos de negocios, justicia y educación que han prosperado. De forma sugerente, Harper considera que la comunidad internacional, al enfocarse solo en el terrorismo, podría estar contribuyendo a la inestabilidad en Somalia y en el Cuerno de África.
Pero si hablamos de Somalia y, en especial, de su literatura, no podemos perder de vista la obra del escritor de origen somalí Nuruddin Farah, reconocido internacionalmente con premios como el Neustadt International Prize for Literature en 1998. De su relevante obra, vale la pena detenerse en un libro traducido al español, Huesos cruzados (Siruela, 2017). Esta novela ofrece una visión profunda de la Somalia contemporánea, explorando temas como la piratería, el extremismo religioso y la intervención extranjera. A través de las experiencias de los personajes, la novela humaniza las complejidades de un país fracturado por la violencia y la corrupción, destaca la resiliencia de la sociedad somalí y critica las percepciones simplistas que prevalecen en Occidente sobre su nación.
Por último, destacamos dos recursos en línea. Primero, y como siempre que hacemos referencia a algún contexto del Cuerno de África, es importante dedicar un tiempo al Rift Valley Institute (riftvalley.net), en especial en este caso, a la sección «Somali Dialogue Platform» y a los informes sobre el papel de las mujeres en los procesos de negociación y de reconciliación social. Segundo, en el marco de la grave situación humanitaria que enfrenta el país, la web The New Humanitarian (thenewhumanitarian.org) ofrece un seguimiento pormenorizado y un análisis de contexto exhaustivo a partir de voces acreditadas y sobre el terreno.
Un frágil equilibrio - Mundo Negro