Una epidemia más. Lwanga Kakule Silusawa , Mundo Negro. 3 octubre 2024

10/19/24
7 minutos de lectura.
Política
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Desde el inicio de 2024, en África han aumentado de forma significativa los casos de mpox, virus más conocido como viruela del mono. De la República Democrática del Congo (RDC), epicentro del brote epidémico, se ha extendido, con riesgo moderado, dentro y fuera del continente.

Gilbert, Thérèse y Jeannot están infectados. Se encuentran en Bukavu, la capital de la provincia de Kivu Sur, la más afectada. Desde el hospital de Kavumu nos cuentan por teléfono que tienen una especie de ampollas esparcidas por la cara, las manos, la espalda y los pies. Uno de ellos, también en los genitales. A dos les duele la garganta y tienen episodios de fiebre. Nos dicen que las lesiones no tienen buena pinta. Los están tratando con antinflamatorios y antibióticos. Están esperando la vacuna.


Endémica desde hace décadas

La viruela del mono se detectó por primera vez en Dinamarca en 1958 en monos de laboratorio. En 1970, fue diagnosticada en un niño de nueve años en la RDC. Desde entonces se han registrado varios brotes en humanos en África central y occidental, donde el mpox es endémico. En el siglo XX, especialmente entre 1970 y 1980, la enfermedad afectó especialmente a niños. La viruela del mono es de la misma familia que la viruela, erradicada hace 40 años después de haber causado la muerte a más de 300 millones de personas. La supresión de la vacunación contra la enfermedad tras su desaparición podría haber favorecido la aparición de los distintos brotes de la viruela del mono que tienen una incidencia especialmente relevante en niños: el 40% de los casos se han diagnosticado en menores.

Desde el 1 de enero de 2022 hasta el 8 de septiembre de 2024, una veintena de países africanos, algunos de Europa y Estados Unidos han notificado casos a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Solo en la RDC se han registrado 4.901 casos y se han producido 629 muertos, según confirmaba en su página web el Centro Africano para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC-África) a primeros del mes de septiembre. En la provincia congoleña de Kivu Sur han fallecido 31 personas, según Radio Okapi. Según la OMS, un número considerable de casos sospechosos, clínicamente compatibles con mpox, no se han analizado por falta de medios para diagnosticar la enfermedad. Burundi y Nigeria, junto a la RDC, son los países con mayor incidencia.

El 14 de agosto de 2024, Tedros Adhanom Ghebreyesus, secretario general de la OMS, declaró una emergencia de salud pública internacional a causa de la expansión de una nueva variante del virus, más mortal que las anteriores. A finales de agosto, Ghebreyesus anunció el envío de unas 230.000 dosis de la vacuna JYNNEOS, producida por la compañía farmacéutica danesa Bavarian Nordic. La primera parte de esta remesa llegó a territorio congoleño el 5 de septiembre. El envío fue realizado por la Autoridad Europea de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias (HERA), de la Comisión Europea.

El CDC-África y la OMS han financiado a los 14 países africanos afectados con 600 millones de dólares para frenar la propagación de la epidemia. La OMS también ha enviado un equipo de más de 400 expertos y 14 toneladas de suministros y equipos médicos a la RDC para apoyar la prevención y el control de las infecciones. El día 2 de octubre comenzó la vacunación en las provincias más afectadas.

El 5 de septiembre llegaron al aeropuerto internacional de Kinshasa las primeras vacunas contra el mpox. Fotografía: Mankara Ciribaluga Justin/Getty. En la imagen superior, pacientes y familiares en la zona de tratamiento del virus mpox en el hospital de Nyiragongo, al norte de Goma. Fotografía: Guerchom Ndebo/Getty.

Conflictos, epidemias y desconfianza

Sin embargo, no hay que obviar que el contexto sociopolítico de la RDC favorece la propagación del mpox. En los dos Kivus, Norte y Sur, proliferan los conflictos. Desde la primavera de 2022, el grupo rebelde M23, apoyado por Ruanda, está activo en la zona y ha causado la muerte de miles de personas y el desplazamiento de al menos siete millones de ciudadanos que ahora viven en campos de desplazados. Muchas familias ocupan casas pequeñas o tiendas de campaña en situación de extrema precariedad. Sin trabajo y en una situación de inestabilidad, muchas veces tienen que vender y comer animales salvajes para poder subsistir. Esto aumenta exponencialmente el riesgo de contraer enfermedades zoonóticas como el mpox. Además, la pobreza favorece la prostitución, que es una de las vías principales de propagación del virus. A esto, hay que añadir la malnutrición. En estas regiones, el virus amenaza con agravar aún más la ya difícil situación de la población, golpeada por décadas de conflicto, desplazamientos forzados, violaciones de derechos humanos y falta de ayuda internacional.

Con todos estos elementos, en la opinión pública congoleña resurgen las preguntas sobre la atención a los enfermos o la gestión de los fondos destinados a la erradicación de la epidemia. La población es escéptica y ha manifestado su desconfianza hacia las autoridades políticas y sanitarias. Las medidas establecidas para frenar la propagación del virus no son respetadas ni en la calle ni en los mercados ni en el transporte público, lo que dificulta su control. Algunos consideran que el mpox es una mentira del Gobierno, mientras que otros no creen en su existencia porque, dicen, no han visto a nadie que lo sufra.

La RDC no ha aprendido de las epidemias que ha padecido con anterioridad: cólera, sarampión, viruela, ébola o la más reciente del coronavirus. En este país la improvisación es crónica, lo que explica de algún modo que siempre dependa de la ayuda internacional para afrontar epidemias o cualquier emergencia. Se crean estructuras y un sistema de salud paralelo que sirven solo para responder a la crisis sanitaria del momento, sin promover el desarrollo de una mejor gestión o la puesta en marcha de estructuras que respondan con más eficacia a estos retos.

La mala gestión del personal, la malversación de fondos, la desinformación, la falta de atención a los pacientes o la corrupción generan desconfianza y escepticismo en la población y dificultan la sensibilización. Aquí, muchos ven en las epidemias un negocio bien planeado desde fuera y desde dentro del país. El recuerdo de las malas prácticas que se evidenciaron en la gestión del ébola y del coronavirus podrían dificultar la erradicación de un virus del que, desde hace ya semanas, se ha dejado de hablar en Occidente.

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