Trump y Sudáfrica: ¿qué es el victimismo blanco y cómo se vincula a la supremacía blanca? Nicky Falkof, The Conversation.

2/14/25
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Política
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El presidente estadounidense, Donald Trump, ha emitido una orden ejecutiva para retirar la ayuda a Sudáfrica. Reaccionaba así a lo que ha calificado de plan del Gobierno sudafricano para «confiscar las propiedades agrícolas de la minoría étnica afrikaners sin compensación». Los afrikaners son una comunidad étnica y lingüística de sudafricanos blancos cuya lengua materna es el afrikáans.

La indignación de Trump se basa en una interpretación errónea de una nueva ley: la Ley de Expropiación, que entró en vigor en enero de 2025.

La acción de Trump, amplificada por los provocadores comentarios del multimillonario Elon Musk, ha reavivado el debate sobre el concepto de «victimismo blanco». Hemos preguntado a Nicky Falkof, que ha investigado la idea del victimismo blanco, cuál es su opinión.


¿Qué significa «victimismo blanco»?

El victimismo blanco se refiere a un poderoso conjunto de creencias que trata a las personas blancas como especiales y diferentes, pero también como únicas en situación de riesgo. Dentro de esta narrativa, los blancos se ven a sí mismos, y a veces son vistos por otros, como víctimas extraordinarias, cuya exposición a la violencia o vulnerabilidad es más preocupante e importante que la de cualquier otra persona.

El victimismo de los blancos suele ser especulativo. No se refiere a hechos reales, sino a la sensación de amenaza o inseguridad de los blancos. Se desarrollan agendas políticas enteras en torno a la idea de que los blancos deben ser protegidos porque se enfrentan a amenazas excepcionales, que no son tomadas en serio por un orden mundial contemporáneo que no valora la blancura.

Este fenómeno no es exclusivo de Sudáfrica, sino de cualquier lugar en el que predomine la raza blanca. De hecho, las ideas sobre el victimismo blanco desempeñan un papel importante en la popularidad de Trump, cuyo llamamiento a «hacer América grande otra vez» remite a un pasado idealizado en el que los blancos (especialmente los hombres) podían dominar fácilmente la nación, el lugar de trabajo y el hogar.

El caso sudafricano es importante porque desempeña un papel central en las reivindicaciones supremacistas blancas globales. Estas mitologías afirman que los sudafricanos blancos, concretamente los afrikáners, son el canario en la mina de carbón: que la supuesta opresión a la que se enfrentan es un modelo de lo que les ocurrirá a todos los blancos si no «contraatacan».

¿Cuál es su historia?

Podemos rastrear esta idea hasta el inicio del proyecto colonial. En 1660, el administrador de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, Jan van Riebeeck, plantó un seto de arbustos de almendro amargo para separar su estación comercial del resto del Cabo sudafricano. Este seto formaba parte de una barrera defensiva destinada a mantener a los indígenas alejados del puesto comercial holandés, que se había construido sobre antiguas rutas de pastoreo khoikhoi.

Desde un punto de vista práctico, el seto de van Riebeeck debía proteger a los colonos y al ganado holandeses de los asaltantes khoikhoi. En el plano filosófico, el seto situaba a los invasores como las «verdaderas» víctimas, que necesitaban desesperadamente protección contra la violencia y la naturaleza salvaje de África. El seto de almendros amargos sigue considerándose un símbolo perdurable de la supremacía blanca en el país.

Esta temprana paranoia y securitización ha tenido un efecto significativo en la cultura y la ansiedad de los blancos sudafricanos. Los blancos que pueden permitírselo se atrincheran en comunidades cerradas y en calles suburbanas en auge, detrás de altos muros cubiertos de alambre de espino, asumiendo que son las principales víctimas de la tasa de delincuencia de Sudáfrica.

¿De qué manera se ha utilizado el victimismo a lo largo de los siglos o décadas?

Las ideas sobre el victimismo de los blancos han desempeñado un papel en muchas de las formaciones sociales más influyentes de Sudáfrica.

En la década de 1930 cundió el pánico en torno a los «blancos pobres», lo que dio lugar a comisiones de investigación, programas de revalorización y otros intentos de ingeniería social. A las personas e instituciones que estaban detrás de estas iniciativas no les preocupaba la pobreza en Sudáfrica en general, a pesar de que se estaba convirtiendo en un problema cada vez mayor a medida que la población se urbanizaba. Lo único que les interesaba era la pobreza entre los blancos, partiendo del supuesto de que es incorrecto o anormal que los blancos sean pobres, y que hay que remediarlo urgentemente.

No se trataba simplemente de filantropía y de ofrecer mejores oportunidades de vida a los pobres, sino de proteger los límites de la blancura. Los blancos pobres eran vistos como una amenaza para la clase dirigente porque demostraban que la blancura no era intrínsecamente superior.

Más recientemente, la narrativa del victimismo ha sido una parte central del pánico en torno a los asesinatos en granjas y las denuncias de «genocidio blanco», una vieja idea que se ha popularizado y difundido en Internet.

Agricultores y simpatizantes protestan contra los asesinatos en granjas frente al Parlamento sudafricano en 2020. Jacques Stander

La violencia rural es un enorme problema en Sudáfrica que merece una respuesta contundente. Pero los blancos no son ni mucho menos las únicas víctimas. De hecho, la delincuencia violenta afecta a casi todo el mundo en Sudáfrica. Cuando las muertes de los blancos se explican como parte de un genocidio selectivo emprendido por motivos raciales, el mensaje es que importan más que las muertes de todos los demás.

De nuevo, esto sugiere una especie de naturalización de la violencia y el daño. Cuando ocurren cosas terribles a otras personas, simplemente ocurren y no se comentan. Sólo cuando afectan a los blancos se convierten en un problema acuciante.

¿Ha ayudado a los sudafricanos blancos? ¿Ha sido eficaz como herramienta de movilización?

El victimismo blanco, al igual que la ansiedad racial de la que forma parte, no es bueno para los blancos. No les da seguridad ni les ayuda a vivir mejor.

Dicho esto, ha sido bastante eficaz como herramienta de movilización. El Partido Nacional de la época del apartheid sabía utilizar el miedo de los blancos para obtener beneficios políticos. Sus comunicaciones jugaban constantemente con el miedo de los blancos al swart gevaar, el «peligro negro», que encapsulaba la poderosa creencia de que los blancos corrían más peligro a causa de los negros que viceversa, a pesar de todas las pruebas que demostraban lo contrario.

Del mismo modo, organizaciones contemporáneas como el grupo de presión afrikáner AfriForum, que defiende los «derechos de las minorías», y el sindicato afrikáner Solidaridad activan y manipulan el sentimiento de victimismo extraordinario de los blancos. Esto les lleva a adoptar una posición defensiva, en la que todo, desde los asesinatos en granjas y los cambios de nombre de las carreteras hasta el proyecto de ley del Seguro Nacional de Enfermedad, está diseñado para atacarles personalmente.

El apoyo de los blancos a este tipo de organizaciones y a las posiciones políticas que defienden, ya sea de forma abierta o encubierta, se debe, al menos en parte, a la eficaz manipulación del victimismo blanco.

¿Sigue siendo eficaz?

Sigue siendo inquietantemente poderosa. La arquitectura de la supremacía blanca depende de la idea de que los blancos son víctimas extraordinarias. Esta es la noción subyacente a la teoría del gran reemplazo, una teoría conspirativa de extrema derecha que afirma que los judíos y los extranjeros no blancos están conspirando para «reemplazar» a los blancos. También subyace a las reacciones violentas a la crisis migratoria mundial y al auge del populismo en el norte.

No creo que sea ir demasiado lejos decir que la blancura como construcción social está intrínsecamente ligada al victimismo. Es probable que la idea de que la blancura hace a las personas más vulnerables en lugar de menos vulnerables siga siendo una parte central del imaginario psíquico colectivo de los blancos durante algún tiempo.

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