África cambia de gobierno en tiempos de ruptura
Varias elecciones, cambios en organizaciones continentales y regionales, la contradicción de un crecimiento económico que no llega a la población, crisis humanitarias que se eternizan ante la ceguera mundial… Estos y otros acontecimientos serán protagonistas en África en 2025.
En un contexto global marcado por la incertidumbre, el auge de los populismos, las guerras en Ucrania y Oriente Próximo y las sacudidas climáticas, África trata de encontrar una voz propia mientras se enfrenta a sus demonios. El año 2025 comenzará políticamente en febrero, con la elección de una nueva comisión de la Unión Africana (UA) que tendrá la tarea de conducir al continente hacia una mayor unidad económica y política. Sin embargo, procesos de ruptura como el que vivirá la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) con la salida de Malí, Níger y Burkina Faso, son palos en las ruedas. La previsible retirada de las tropas francesas de Senegal y Chad y la creciente influencia rusa, pero también turca o iraní, anuncian una nueva geopolítica.
Como apuntábamos, en febrero todas las miradas se girarán hacia Adís Abeba, donde se resolverá una batalla decisiva para África. Tras ocho años al frente de la Comisión de la UA, el chadiano Moussa Faki Mahamat se despide y toca renovar el gobierno continental con la elección de un presidente, un vicepresidente y seis comisarios. Cuatro candidatos han sido preseleccionados para suceder a Mahamat: se trata del opositor y ex primer ministro keniano Raila Odinga, que parte como favorito ante su principal rival, el exministro de Exteriores yibutiano Mahamoud Ali Youssouf, y los otros dos aspirantes, con menos opciones, Anil Gayan, de Mauricio, y el malgache Richard Randriamandrato.
Para la vicepresidencia, que corresponde al Magreb, la pugna entre las candidatas marroquí, la periodista Latifa Akherbach, y argelina, la diplomática Selma Malika Haddadi, promete echar chispas. Mientras tanto, lo que no despierta ninguna duda es quién ocupará la presidencia de turno de la UA: el angoleño João Lourenço, que se encuentra en pleno segundo mandato, sustituirá también en la cumbre prevista en febrero al mauritano Mohamed Ould Ghazouani.
Al mismo tiempo que se reconfigura el principal órgano de gobierno de la UA, tambores de ruptura suenan en la región occidental. En enero está previsto que se oficialice la salida de Malí, Níger y Burkina Faso de la CEDEAO, haciendo saltar por los aires uno de los bloques económicos africanos que se presentaba como modelo de integración para el resto. Estos tres países, gobernados en la actualidad por juntas militares llegadas al poder mediante golpes de Estado, han creado su propio organismo regional, la Alianza de Estados del Sahel, una confederación de ayuda militar mutua que ha evolucionado rápidamente hacia un bloque económico y político.
La sombra de Francia
Los tres países decidieron romper sus acuerdos de colaboración con Francia y acercarse a Rusia como nuevo gran aliado internacional. La retirada de las tropas galas de Malí, Burkina Faso y Níger fue el primer paso de un repliegue francés que no ha dicho su última palabra y que en los próximos meses vivirá dos nuevos episodios de enorme importancia. El Gobierno de Chad ha seguido los pasos de sus vecinos y ha roto los acuerdos con París que amparaban la presencia de un millar de soldados franceses en su territorio, abriendo la puerta a una retirada que bien podría hacerse efectiva este año. Por su parte, el presidente de Senegal, Bassirou Diomaye Faye, anunció también el cierre de la única base militar gala en su país, aunque el calendario no está claro.
Precisamente sobre Faye y sus esfuerzos para resolver esta crisis recaerá buena parte de las miradas en 2025. Nombrado mediador por la CEDEAO para intentar devolver a las juntas militares al barco común de la organización regional, no tiene ante sí una tarea nada fácil a tenor de la firme voluntad de ir por libre expresada por los dirigentes de Malí, Burkina Faso y Níger, Assimi Goïta, Ibrahima Traoré y Abdourahamane Tiani, respectivamente. Sin embargo, a Faye le avalan su llegada al poder por las urnas y el reciente éxito electoral del panafricanismo de izquierdas de su partido, el Pastef, que ha convertido a su primer ministro, Ousmane Sonko, en el político de moda en África occidental. La emergencia de una alianza de partidos de ideología similar en la región se está fraguando desde hace meses y ya se ha concretado en una opción política en Gambia. El año 2025 podría ser el del nacimiento de otros partidos similares en la región.
Las urnas
En clave electoral, habrá que estar atentos a cinco países: Camerún, Costa de Marfil, Tanzania, Gabón y Togo. El fuego se abre en febrero en este último con unos controvertidos comicios de los que, previsiblemente, el presidente Faure Gnassingbé saldrá aún más reforzado. La aprobación de una nueva Constitución en 2024 supuso el cambio del modelo político togolés, que pasa de ser un régimen presidencialista a un sistema parlamentario. Ello supone que el presidente no será elegido por sufragio universal directo, sino por los diputados y senadores, y que, en teoría, el jefe de Estado pasa a tener un poder simbólico siendo el primer ministro quien pasa a detentar el verdadero mando. La oposición ha mostrado su rechazo a este cambio de la Carta Magna, así como a las legislativas celebradas en abril que dieron la victoria al partido gubernamental.
En Camerún, todo gira en torno al presidente Paul Biya. A punto de cumplir 92 años y tras 42 en el poder, el nonagenario dirigente y su entorno no quieren ni oír hablar de relevo. Con una salud cada vez más frágil y frecuentes ausencias de meses que hacen emerger todo tipo de especulaciones, la sucesión sigue siendo un tema tabú. Si la biología se lo permite y mientras no aparezca algún militar con ganas de aventuras políticas al estilo del vecino gabonés, Biya será de nuevo candidato en las elecciones presidenciales previstas para este año.
Precisamente Gabón es otro de los países que podría tener cita con las urnas en 2025. Y no cualquier cita. Tras el largo reinado de medio siglo de los Bongo, primero el padre y luego el hijo, el golpe de Estado de 2023 condujo al poder al general Brice Clotaire Oligui Nguema en medio de un enorme respaldo popular. El fervor que despierta el sepulturero del régimen de los Bongo no parece haberse agotado, como muestra el gran respaldo obtenido en el referéndum para la reforma constitucional del pasado mes de noviembre, aprobado con un 92 % de los votos. Si se confirman los comicios, el propio Oligui Nguema, que ha logrado consolidar su imagen internacional, baraja estar entre los candidatos. Casi nadie duda en el país de que obtendría una sólida victoria.
Desde Tanzania llegan malas noticias. La llegada al poder de Samia Suluhu en 2021 tras la muerte de su predecesor, John Magufuli, supuso una ráfaga de aire fresco. Frente al perfil autoritario y represor del fallecido, Suluhu impulsó una serie de reformas para democratizar el espacio político y recuperar las libertades perdidas. Sin embargo, en los últimos meses y a medida que se acercan los comicios de 2025, Suluhu ha maniobrado para mantenerse en el poder y ha recuperado las viejas mañas de Magufuli, incrementando la represión contra la oposición y usando el aparato del Estado para sembrar el terror entre los críticos. Con estos precedentes, el escenario de unas elecciones ganadas de antemano por ella parece más que posible.
En Costa de Marfil, donde las elecciones están previstas para octubre, los viejos pesos pesados de la política se resisten a dejar la primera línea. La posible candidatura del actual presidente, Alassane Ouattara, que ya lleva más de 14 años en el poder, se uniría a las ya confirmadas del expresidente Laurent Gbagbo, su exesposa Simone Gbagbo, y de Pascal Affi N’Guessan, líder del Frente Popular Marfileño. Solo la muerte en 2023 de Henri Konan Bédié, del Partido Democrático de Costa de Marfil, ha facilitado la irrupción de un candidato más joven y un cierto atisbo de relevo generacional en la escena política. A falta de nueve meses, aún puede haber sorpresas.
Crecimiento, pobreza y conflictos
En el plano económico, África mantiene el ritmo: un crecimiento económico sostenido del 4 %, que el Banco Mundial ha revisado al alza para el período 2025-2026, pero que sigue sin tener su reflejo en los ingresos per cápita, fruto, entre otros factores, de la potencia demográfica de un continente que es el que más crece en población de todo el mundo. Esta situación sigue condenando a millones de africanos a sobrevivir bajo el umbral de la pobreza pese a los cambios estructurales que se están produciendo: aplicación de los primeros pasos de la Zona de Libre Comercio Continental y la emergencia económica de países como Marruecos, Nigeria o Sudáfrica. Esta nación ocupará este año la presidencia rotatoria del G20, desde donde tratará de luchar contra uno de los grandes lastres que pesan sobre el continente, la crisis de deuda que ya ha hecho caer a tres estados en suspensión de pagos: Zambia, Ghana y Etiopía. Otros países, como Kenia o Túnez, están en serio riesgo de entrar en incumplimiento de pagos en 2025.
El otro gran freno a las perspectivas positivas de la emergencia económica africana es la persistencia de conflictos enquistados que se resisten a morir. La guerra de Sudán entre el Ejército y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido, que estalló en 2023, ha provocado una de las peores crisis humanitarias del mundo, con unos 10 millones de personas huidas de sus hogares, de los que siete millones, en su mayor parte mujeres y niños, tienen un limitado acceso a alimentos. La sombra de la hambruna se cierne sobre ellas. Otros conflictos, como los del Sahel, el noreste de la República Democrática del Congo, norte de Mozambique o Somalia, continúan generando un enorme sufrimiento alejados del foco mediático.
Aunque las catástrofes naturales son, por definición, impredecibles, la pauta de los últimos años anuncia que el próximo verano vendrá, de nuevo, cargado de riesgos. Los fenómenos meteorológicos extremos –y más en concreto las inundaciones– se han convertido cada estación de lluvias en una realidad objetiva fruto de un cambio climático que se deja sentir con gravedad en el continente africano. Los países de la banda saheliana, desde Senegal hasta Sudán y Kenia, han vivido un período de lluvias en 2024 de especial intensidad en cuanto a las precipitaciones torrenciales, que han provocado miles de víctimas. El propio desierto del Sahara ha visto emerger lagos en puntos de Argelia y Marruecos por el desplazamiento hacia el norte del llamado monzón africano. Su relación con el calentamiento global y la mayor presencia de CO2 en la atmósfera está fuera de toda duda y las posibilidades de que fuertes precipitaciones se repitan en 2025, con sus graves consecuencias en vidas humanas e infraestructuras, son elevadas.
Para finalizar, conviene recordar que este año toca Copa de África de Naciones de fútbol, un acontecimiento que promete emociones y que, desde el 21 de diciembre y hasta el 18 de enero de 2026, hará girar todas las miradas hacia Marruecos, el país organizador, que ya ha demostrado su solvencia en la preparación de grandes eventos y a quien esta CAN servirá como prueba de fuego para la Copa del Mundo 2030, que acogerá junto a España y Portugal.
Aunque aún no se conoce la lista de sedes, todo está previsto para que los grandes estadios de Rabat, Casablanca, Tánger, Agadir, Fez y Marrakech acojan la competición, que en esta ocasión reúne a 24 selecciones. Con la anfitriona como gran favorita, sobre todo tras su llegada a semifinales en el Mundial de 2022, otros combinados tratarán de aguarles la fiesta, en especial históricos del fútbol africano como Camerún, Senegal, Egipto, Nigeria o Costa de Marfil.
Otro año de acrobacias - Mundo Negro