Como castigo tras el viaje internacional del gobierno de la República de Anobón a Argentina, medios de comunicación cercanos al régimen ecuatoguineano difundieron la supuesta preocupación de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo respecto a las plantaciones agrícolas en las inmediaciones del Aeropuerto Militar de Annobón, advierte de los riesgos para la seguridad aérea provocados por el cruce de agricultores en la pista y la presencia de cultivos en las inmediaciones.
Sin embargo, estas advertencias omiten un plan siniestro y un contexto fundamental: la destrucción progresiva del ecosistema anobonese y el deterioro de las condiciones de vida causado por el propio régimen.
El deterioro del ecosistema anobonés
En los últimos años, la isla ha sufrido una transformación forzada que ha tenido consecuencias sociales y ambientales devastadoras. La construcción de un aeropuerto militar de dudosa utilidad, el uso intensivo de dinamita para la explotación de canteras, la contaminación con residuos industriales —incluidos los nucleares— y la introducción de especies animales exóticas en el ecosistema local, como los caballos, redujeron drásticamente las tierras aptas para el cultivo.
Estas políticas alteraron el equilibrio ambiental de la isla y afectaron directamente a las comunidades rurales, que se vieron obligadas a adaptar su economía de subsistencia a un entorno cada vez más hostil. Las fincas tradicionales han sido invadidas o destruidas por actividades militares, contaminación e invasión de animales que no forman parte de la fauna local. A esto se suma un contexto de violencia y desprotección que afecta especialmente a las mujeres y las niñas.
Lejos de ser un tema de seguridad aérea, lo ocurrido en Annobón es una expresión de las profundas contradicciones del modelo de control impuesto por Malabo. Las restricciones impuestas a las tierras cultivables no hacen más que agravar una situación crítica para la alimentación y los medios de vida del pueblo annobonés, que ya se enfrenta a graves dificultades para garantizar su sostenibilidad básica.
Es sorprendente que, en lugar de asumir la responsabilidad por el daño causado a la isla, las fuerzas invasoras y opresivas de Obiang ahora estén tratando de trasladar la carga del problema a aquellos que sobreviven con lo mínimo. Las plantaciones cercanas al aeropuerto no fueron una elección voluntaria: se trata de la zona cultivada más plana de la isla, históricamente utilizada para este fin hasta que el régimen decidió expropiarla sin ninguna compensación a los isleños.
Una ley como parte del macabro plan
Esta represión de la agricultura de subsistencia se produce en paralelo a un proyecto legislativo que podría agravar aún más la situación: el Senado de Guinea Ecuatorial ha comenzado a redactar una nueva ley sobre la propiedad de la tierra que busca sustituir a la ley vigente desde 2009. El texto, impulsado por el Poder Ejecutivo, se justifica por la "creciente demanda" de suelo rural y urbano para la inversión privada y propone la redefinición del marco legal de la propiedad de la tierra en todo el país.

Aunque la ley reconoce formalmente la existencia de tierras ocupadas ancestralmente por tribus indígenas o grupos familiares, no garantiza una protección efectiva. Por el contrario, abre la puerta a una mayor concentración de la tierra en manos del Estado, y deja a las comunidades locales en una posición de extrema vulnerabilidad, ya que muchas de ellas no cuentan con títulos de propiedad formales. En un contexto como el de Annobón —donde las fuerzas invasoras y opresoras de Obiang ya han expropiado tierras agrícolas en favor de intereses militares o extractivistas—, esta reforma legal podría consolidar un modelo de despojo institucionalizado.
Es imperativo que la comunidad internacional preste atención a la situación ecológica, económica y social de la isla, a fin de garantizar el derecho soberano de sus habitantes a la tierra, al trabajo y a la alimentación en condiciones dignas.