En abril de 2023, en pleno proceso de transición democrático, el Ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido iniciaron un conflicto que está provocando la mayor crisis humanitaria en el planeta. Entre los numerosos actores internacionales que defienden sus intereses sobre territorio sudanés, varios analistas denuncian la injerencia de los Emiratos Árabes Unidos.
El 20 de noviembre de 2024, la Fuerza Conjunta de Movimientos Armados de Darfur, compuesta por tropas de esta región occidental que luchan con el Ejército sudanés (SAF, por sus siglas en inglés) contra las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), difundía por las redes sociales un vídeo en el que se podían ver los documentos de dos mercenarios colombianos capturados a 30 kilómetros de la ciudad de Al Fashir. Eran dos de los 160 milicianos de esa nacionalidad que viajaban en un convoy compuesto por 15 vehículos en el que transportaban armas para las RSF, cuyas cajas llevaban las siglas RS, identificativas de la República de Serbia. Había también obuses de mortero de 81 mm procedentes de Bulgaria. En la emboscada fueron abatidos 22 mercenarios colombianos y cuatro emiratíes.
El diario digital colombiano La Silla Vacía había entrado en contacto con algunos de los asalariados latinoamericanos antes de ser interceptados por la Fuerza Conjunta. Uno de ellos denunciaba que habían firmado un contrato con la empresa Internacional Services Agency S. A. S. (A4SI) para prestar servicios de seguridad en infraestructuras petroleras de los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Según el diario colombiano, la empresa está registrada a nombre de un militar retirado que se presenta en su cuenta de X como «Defensor de la democracia, las libertades y el libre mercado», aunque en realidad está dirigida por otro coronel retirado colombiano que reside en Dubái, conocido por su salida del Ejército colombiano en 2007 por supuestos vínculos con el cártel del Norte del Valle.

El viaje que llevó a los mercenarios hasta los EAU no acababa en ese país. Desde allí continuó hasta el aeropuerto de Bengasi, la segunda ciudad más importante de Libia. Solo al salir del mismo descubrieron que los llevaban a combatir a Sudán y que eran parte de un plan para trasladar tres batallones de mercenarios colombianos, entre 1 500 y 1 800 hombres armados, hasta Al Fashir, al oeste de Sudán.
Libia y los EAU
El convoy, que partía de Bengasi, debía atravesar la región libia controlada por el ejército de Halifa Haftar. Según el libro Manipulaciones africanas, de Pierre Pean(2001), después de caer en desgracia con el régimen de Gaddafi, Haftar montó su propia milicia financiada por la CIA. En la actualidad, apoyado por los EAU y Egipto, ha acabado con los últimos reductos islamistas en la zona de Bengasi, controla el estratégico golfo de Sidra, punto clave para la salida del petróleo libio y, por extensión, para la parte oriental del país, donde se encuentra casi la totalidad del oro negro libio. Sus acciones militares contaron con soldados de las RSF sudanesas. Desde abril de 2023, momento en el que se desencadenó el conflicto entre estas milicias, lideradas por Mohamed Hamdan Dagalo, Hameidti, contra el SAF, comandado por Abdel Fattah al-Burhan, el territorio controlado por Haftar ha servido de pasillo para el tráfico de soldados y armas hacia las RSF.
Mientras la guerra en Sudán continúa, la compañía emiratí Emaar Properties, constructora de algunos de los edificios más emblemáticos de Dubái, como el Burj Al-Khalifa o el Dubai Mall, ejecuta las obras de reconstrucción de Bengasi a un ritmo vertiginoso que pretende hacer olvidar la violencia sufrida desde la caída de Gaddafi.
El impacto de Chad
A las cuatro de la mañana del pasado 20 de octubre, las RSF derribaron un avión de carga en la zona de Malha, en el norte de Darfur, región que limita con Libia y Chad. Las milicias afirmaron que habían eliminado un avión Antonov utilizado como bombardero por el SAF. Sin embargo, los restos del aparato eran los de un Ilyushin-76. Uno de los tripulantes llevaba una placa que lo identificaba como el ingeniero principal de Airline Transport Incorporation FZC, una empresa con sede en los EAU y vínculos con Kirguistán. En la placa se leía «Manas International Airport», el principal aeropuerto internacional kirguiso. A las pocas horas, las RSF retiraban de sus redes sociales el vídeo de sus soldados festejando la caída del aparato. Habían cometido un gran error.
El incidente confirmaba los datos del informe de Naciones Unidas que reporta más de 86 vuelos con origen en los EAU y destino en Amdjarass, en el noreste de Chad, desde el inicio del conflicto en Sudán. Tres cuartas partes del cargamento de estos vuelos, según los documentos revisados por Reuters, era armamento camuflado entre ayuda humanitaria y había sido transportado por las mismas cuatro compañías a las que la ONU acusó de tráfico de armas para el ejército de Haftar entre 2019 y 2020: ZetAvia y Flysky Airlines, de Ucrania, y FlySky Kyrgyz y Sapsan Airlines, de Kirguistán. En julio de 2023, según The Africa Report, los EAU habían ofrecido al presidente chadiano, Mahamat Déby, más de 1 000 millones de dólares para apoyar a las RSF, permitiendo que la ciudad de Amdjarass se utilizara como línea de suministro para las tropas de Hameidti desde Chad hasta Darfur.

Hamdan Dagalo y los apoyos africanos
La relación entre el Gobierno emiratí y las RSF se estrechó durante la guerra de Yemen, cuando los hombres de Hameidti lucharon del lado de Abu Dabi contra los hutíes.
Más allá de esto, las empresas de la familia de Dagalo controlan las explotaciones de oro en Darfur, donde se estima que se encuentra la mitad del oro del país. El 75 % del oro sudanés es traficado y acaba en los mercados de los EAU. Documentos revisados por Reuters en 2018 y 2019 mostraban que Algunade, empresa de la familia Dagalo, enviaba cada tres semanas alrededor de 30 millones de dólares en lingotes de oro a Abu Dabi, alrededor de una tonelada de peso. Los EAU son el tercer mayor importador mundial de oro que, a su vez, es el recurso básico más importante de Sudán –representa el 70 % de sus exportaciones–. Las ventas oficiales de oro sudanés –casi todas a EAU– generaron 1 500 millones de dólares en ingresos en los primeros diez meses de 2024. Esta cantidad no incluye el que escapa a los canales legales y que representa un volumen similar al exportado por las vías oficiales.
Este tráfico y otras actividades de las empresas que gestionan los recursos de la familia Dagalo tienen sus residencias fiscales en los Emiratos y han permitido al entorno del líder de las RSF financiar un ejército que superaba los 100 000 soldados al inicio de la guerra.
Algunos de los vuelos procedentes de los EAU hicieron escala en los aeropuertos kenianos de Nairobi y Mombasa, o en los de Entebbe (Uganda), Kigali (Ruanda), Bangui (RCA) y Bosaso (Somalia), según Reuters. Los EAU tienen unas relaciones muy especiales con todos estos países. En Somalia, por ejemplo, han construido una base militar. Según un informe de la ONU, las RSF habrían vendido armas y equipamiento militar a los rebeldes de Noureddine Adam en 2019. Este líder centroafricano fue entrenado por las fuerzas especiales israelíes a mediados de los 90 y entre 2003 y 2009 permaneció en los EAU como guardaespaldas del presidente Zayed bin Sultan Al Nahyan. Este círculo de relaciones le permitió «facilitar» el tráfico de diamantes y gemas centroafricanas hasta los mercados de Amberes (Bélgica) y Sarja (EAU) en medio del conflicto entre la Seleka y el Gobierno de Bangui.
Cuando la guerra empezó en Sudán, el tráfico de armas que unía Darfur (Sudán) y Bangui cambió de sentido. La capital centroafricana sirvió de escala para vuelos que partían de los Emiratos con armas para las RSF. El Wall Street Journal informó de algunos de estos movimientos, que se realizaron a través del aeropuerto de Entebbe.

Los Emiratos y Europa
Ya se ha mencionado que algunas cajas de armas del convoy interceptado cerca de Al Fashir llevaban las siglas RS, de la República Serbia.
Los emiratíes tienen el tercer fondo soberano con más activos del mundo, con 829 000 millones de dólares, según el Center for the Governance of Change, de la IE University. La floreciente economía de los Emiratos, basada en el petróleo, encontró un impulso para diversificar sus inversiones tras la crisis financiera de 2008. Países como Serbia necesitaron ayuda para salvar el escollo, que se prolongó hasta 2013. El país europeo comenzó a solicitar préstamos a EAU. El pistoletazo de salida tuvo lugar en 2013, momento en que la aerolínea emiratí Etihad invirtió 40 millones de dólares en la compañía serbia JAT Airways. Esto provocó que la aerolínea europea quedara dividida prácticamente a partes iguales entre el Gobierno de Belgrado (51 %) y Abu Dabi (49 %). Además, JAT pasó a denominarse Serbian Airways. En 2014, en la Exposición Internacional de Defensa de Abu Dabi, se firmó un acuerdo por 200 millones de dólares entre la armamentística serbia Yugoimport SDPR, de propiedad estatal, y el grupo empresarial emiratí EARTH. El pasado 3 de diciembre, el periodista español Alfonso Masoliver lanzaba una pregunta sin respuesta clara en el diario La Razón: «¿Cómo puede ser que el cuarto mayor importador de armas en 2012 fuera un país con apenas un millón de habitantes? ¿Podrá realmente ser que EAU se trate del país con una mayor densidad de armamento militar per cápita, tal y como dicen algunos?».
Los EAU y diversas naciones de la Unión Europea (UE) mantienen una larga relación en el sector de la defensa. Un informe del Parlamento francés de 2024 sobre las exportaciones de armas indica que las empresas francesas fueron responsables de la entrega de 2 600 millones de euros en equipos militares a los EAU entre 2014 y 2023. Vehículos blindados fabricados por los emiratíes y equipados con sistemas de defensa de diseño francés forman parte del arsenal de las RSF en el conflicto sudanés.

Estados Unidos y la UE
En 2014 se instituyó la plataforma Proceso de Jartum para la cooperación política entre los países ubicados a lo largo de la ruta migratoria entre el Cuerno de África y Europa. Una vez que la UE solicitó la ayuda del Gobierno sudanés para frenar el flujo de migrantes hacia el continente, y dado que las RSF tenían la responsabilidad de patrullar las fronteras, los lazos entre Europa y el cuerpo militar liderado por Hameidti comenzaron a estrecharse. Las RSF, según denunciaba el Instituto Neerlandés de Relaciones Internacionales Clingendael, ya jugaban a dos bandas y recibían dinero de los migrantes para utilizar vehículos del Ejército e introducirlos de forma ilegal en Libia.
Reporteros del New York Times hablaron en 2018 con traficantes de personas que declararon que las RSF también habían participado en la entrega de migrantes a las milicias libias, que los torturaban y los retenían hasta cobrar un rescate, que luego compartían con las huestes de Hameidti. Antes del inicio de la guerra en curso en Sudán circulaban informes sobre las actividades de las RSF en el tráfico de drogas, personas y coches robados entre Libia, Chad, Sudán y algunos países del Golfo Pérsico.
En septiembre de 2023, el entonces presidente estadounidense, Joe Biden, y su homólogo emiratí, el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan, firmaron un acuerdo multimillonario de cooperación que convertía a los Emiratos en aliado estratégico de Washington en Oriente Próximo. Tres meses más tarde, el pasado 7 de enero, el todavía secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken acusó a las RSF de genocidio en Darfur.
La paz y los Emiratos
El 19 de diciembre de 2024, Brett McGurk, coordinador del expresidente Biden para Oriente Próximo y el Norte de África, afirmaba que «a pesar de los informes que hemos recibido que sugieren que hasta la fecha ha ocurrido lo contrario, los Emiratos Árabes Unidos han informado a la Administración americana que no están transfiriendo ahora ninguna arma a las RSF y que no lo harán en el futuro». Esta declaración reconocía de forma implícita lo que había estado sucediendo y apunta una nueva posición por parte de los EAU. Pero en Sudán nadie se cree esas palabras.
Las tierras de Emiratos son desérticas, por lo que deben importar alrededor del 85 % de los alimentos que consumen. Por otro lado, el comercio de oro, gemas y diamantes, que llega hasta sus mercados de forma poco ortodoxa, genera unos beneficios astronómicos. Según un informe de la ONG Swissaid publicado el pasado mes de mayo, alrededor del 40 % de todas las exportaciones de oro africanas no están declaradas, y el 93 % de las mismas tiene como destino a los EAU. Reuters informó que Abu Dabi reconoció importaciones de oro por un valor de 7 400 millones de dólares procedentes de 25 países africanos que, por su parte, no habían declarado ninguna exportación a los EAU.
Estados Unidos, varias naciones africanas, europeas y latinoamericanas necesitan inversiones emiratíes. Con todas estas variables en la ecuación, ¿a quién le importa el sufrimiento del pueblo sudanés y de otros pueblos en escenarios semejantes?
Mohamed Ahmed Al-Kasalawi. Mundo Negro.