La formación de un gobierno paralelo en Sudán, anunciada por los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FSR) y sus aliados, supondría un «enorme riesgo de partición» de este país devastado por un sangriento conflicto civil, advirtió el miércoles la Unión Africana (UA).
Sudán es el escenario desde abril de 2023 de una guerra por el poder entre las Fuerzas de Apoyo Rápido, dirigidas por el general Mohamed Hamdane Daglo, y el ejército dirigido por el general Abdel Fattah al-Burhane.
El conflicto ha causado decenas de miles de muertos y ha desplazado a más de doce millones de personas, y la ONU ha descrito una «crisis humanitaria sin precedentes en el continente africano».
El Consejo de Paz y Seguridad de la organización panafricana expresó el miércoles en un comunicado «su grave preocupación y su firme condena de los recientes acontecimientos en Sudán», en particular el anuncio de la formación de un gobierno paralelo, advirtiendo «que tal acción conlleva un enorme riesgo de partición del país».
La «carta fundacional» de un gobierno paralelo se firmó a puerta cerrada a finales de febrero en la capital de Kenia, Nairobi.
En este documento, al que ha tenido acceso la agencia AFP, los FSR y sus aliados, varios grupos políticos y militares, entre ellos el Movimiento Popular de Liberación del Sudán Septentrional, dirigido por Abdelaziz al-Hilu, prevén crear un «gobierno de paz y unidad» en las zonas de Sudán controladas por los rebeldes.

Esta alianza rebelde se compromete a «construir un Estado laico, democrático, descentralizado, basado en la libertad, la igualdad y la justicia, sin prejuicios culturales, étnicos, religiosos o regionales».
El ejército y las Fuerzas de Defensa del Pueblo Sudanés (FDS) están acusados de crímenes de guerra, pero los paramilitares se distinguen por ejecuciones masivas de carácter étnico, violencia sexual y graves violaciones de los derechos humanos.
«Supuesta gobierno»
El conflicto, que se desencadenó inicialmente por desacuerdos sobre la integración de las Fuerzas de Defensa del Pueblo en el Ejército, ha desgarrado el país: el Ejército controla el este y el norte de Sudán, y las Fuerzas de Defensa del Pueblo dominan casi toda la región occidental de Darfur y partes del sur del país.
A principios de marzo, la alianza rebelde también firmó, también en Nairobi, una «Constitución de transición».
El miércoles, la UA pidió a todos sus Estados miembros, así como a la comunidad internacional, que «no reconocieran ningún gobierno o entidad paralela que tuviera como objetivo dividir y gobernar parte del territorio de la República de Sudán o de sus instituciones».
Otras voces se han alzado contra este gobierno paralelo, en particular la Unión Europea, que en un comunicado publicado el martes «reiteró su compromiso con la integridad territorial de Sudán».
La UE también advierte del «riesgo de partición del país, que amenaza las aspiraciones democráticas de los sudaneses».

A principios de marzo, el Consejo de Seguridad de la ONU afirmó que la iniciativa «correría el riesgo de exacerbar el conflicto en curso en Sudán, fragmentar el país y agravar una situación humanitaria ya catastrófica».
La UA «no reconoce al supuesto gobierno o entidad paralela en la República de Sudán», insiste la organización en su comunicado.
También insta a la comunidad internacional «a abstenerse de reconocer y/o prestar apoyo o asistencia a cualquier grupo armado o político con miras a establecer un gobierno paralelo o una entidad estatal en la República de Sudán».
Las autoridades de Jartum presentaron la semana pasada una demanda contra los Emiratos Árabes Unidos ante el Tribunal Internacional de Justicia, afirmando que este país es cómplice de genocidio por su presunta ayuda a las Fuerzas de Defensa del Pueblo Sudanés.
Los Emiratos Árabes Unidos denunciaron un «cínico golpe de comunicación».