El diplomático Staffan de Mistura, de 77 años, exmediador de Naciones Unidas en Afganistán, Irak, Siria y otros focos de tensión global, ha vuelto a viajar en medio del mutismo a Tinduf (suroeste de Argelia) en otro intento de mantener abierta una salida política para el conflicto del Sáhara Occidental, territorio colonial abandonado por España en 1975. Por tercera vez desde su designación para el puesto, en 2021, el enviado de la ONU escuchó en los campamentos de refugiados saharauis el memorial de agravios del líder del Frente Polisario, Brahim Gali: solo aceptará la opción de la autodeterminación que abra la vía a la independencia. Tres días antes, Marruecos le había remachado en Nueva York, por mediación de su ministro de Exteriores, Naser Burita, que el plan de “autonomía bajo soberanía marroquí es la única solución a este diferendo”.
El próximo día 16, el Consejo de Seguridad debe revisar un año más la permanencia de la Minurso, su misión diplomática y militar en el Sáhara Occidental desde el alto el fuego acordado en 1991. Esas siglas hacían originalmente referencia a la organización de un referéndum para descolonizar un “territorio no autónomo”, eufemismo de la ONU para definir la dominación por parte de una potencia extranjera. Ahora no parecen ir mucho más allá de preservar la existencia de una salida política, en particular después de que el Polisario rompiera hace cuatro años el alto el fuego tras la toma de control por parte de las fuerzas de Rabat del paso fronterizo con Mauritania de El Guerguerat.
La ONU busca “reactivar un proceso que se encuentra en punto muerto” desde entonces, en palabras de Mohamed Omar, representante del Frente Polisario ante la ONU. Este diplomático informó en la noche del jueves desde Tinduf, mediante un intercambio de mensajes de texto y voz, de que la organización independentista considera que el conflicto del Sáhara sigue siendo “una cuestión de descolonización”. Aunque Omar expresó la disposición a cooperar con la ONU para alcanzar “una solución definitiva y pacífica” al conflicto con Marruecos, advirtió de que el Polisario “defiende el derecho del pueblo saharaui a continuar su lucha por todos los medios, incluida la lucha armada, para recuperar la plena soberanía sobre el territorio” del Sáhara. Para este profesor formado en universidades árabes, el marco del proceso debe ser la “descolonización”, y no la salida de la autonomía que postula Marruecos.
Argelia, el país de acogida de la diáspora saharaui, y otros países del mismo continente, como Sudáfrica, respaldan abiertamente la fórmula de la autodeterminación mantenida por el Polisario. Enrocado desde 2007 en la tesis de la autonomía tras la deriva en su favor de Estados Unidos, que reconoció su soberanía sobre el territorio a finales de 2020, Marruecos parece contar el tiempo a su favor mientras los enviados de la ONU para el Sáhara Occidental se suceden en el cargo.
El Gobierno español considera la solución de autonomía planteada por la parte marroquí como la “más seria, realista y creíble” tras el giro dado por el presidente Pedro Sánchez en marzo de 2022. El jefe del Estado francés, Emmanuel Macron, dio hace poco más de dos meses una vuelta de tuerca en favor de Rabat al definirla como “la única base” para una solución al conflicto del Sáhara Occidental, cuyos “presente y el futuro”, enfatizó, “se inscriben en el marco de la soberanía de Marruecos”.
“Un enfoque potencial”
Pero mientras España y Francia, antiguas potencias coloniales (bajo sendos protectorados durante la primera mitad del siglo XX) y las economías con mayor presencia en el país magrebí elevan la puja diplomática, Estados Unidos mantiene una prudente distancia. A pesar de reconocer formalmente la soberanía marroquí sobre el Sáhara ―una decisión adoptada en los últimos días en la Casa Blanca del republicano Donald Trump―, Washington recordó el martes a Marruecos que ve su propuesta de autonomía como una opción más. “Un enfoque potencial para satisfacer las aspiraciones del pueblo del Sáhara Occidental”, según el comunicado difundido por el Departamento de Estado tras la reunión en la capital de EE UU entre los respectivos jefes diplomáticos, el estadounidense Antony Blinken y el marroquí Burita.
El Sáhara Occidental está dividido por un muro militar de arena construido por Marruecos. La berma o terraplén separa el 80% del territorio que, según la ONU, permanece al norte y oeste bajo control marroquí, del 20% restante que se halla bajo dominio del Polisario. Tras el fin formal de la tregua entre las partes en vigor desde 1991, Naciones Unidas ha definido los enfrentamientos de los últimos cuatro años como de “baja intensidad”, con ocasionales emboscadas saharauis y ataques marroquíes, fundamentalmente con drones, a patrullas del Polisario.
Imagen de portada: El líder del Frente Polisario, Brahim Gali (derecha), y el enviado de Naciones Unidas para el Sáhara Occidental, Stafan De Mistura, el jueves en los campamentos saharauis de Tinduf. Mahfud Mohamed Lamin Bechri (EFE).