Malabo/Guinea Ecuatorial, 8 de febrero de 2025 - Mientras los líderes de la Comunidad Económica de los Estados de África Central (CEEAC) se reunían ayer en una cumbre extraordinaria, una designación que, en el léxico diplomático, suele significar predecible, el Jefe de la UNOCA, Abdou Abarry, desplegó una retórica tan brillante como un servicio de plata, haciendo un llamamiento a una mayor solidaridad. Un requerimiento imperativo: "Despertad, la hemorragia está a vuestras puertas". Pero, como todo el mundo sabe, esta llamada cayó en saco roto. Es como hablar con paredes de mármol.
La CEEAC: el teatro de las buenas intenciones
Bajo la égida del Presidente Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, un anfitrión cuyo prolongado reinado haría palidecer a una secuoya, los discursos florecieron como setas tras un chaparrón tropical. Un día más en la burocracia internacional, donde las llamadas a la acción son tan eficaces como las anteojeras para los caballos. ¿Quién iba a pensar que los discursos brillantes y las palabras doradas tendrían tan poco impacto como los pétalos en un ciclón?
El Secretario General de la ONU, António Guterres, celebró el compromiso de los líderes de sentar las bases de una respuesta regional. Una metáfora arquitectónica que, en lenguaje real, significa: "Todavía estamos en los cimientos, mientras el edificio arde".
El Sr. Abarry, en un arranque de velada franqueza, recalcó la urgente necesidad de una acción colectiva. Urgencia, una palabra tan utilizada en estos ámbitos que ha perdido su filo, como un cuchillo sin filo. Se trata de devolver la dignidad y la esperanza a personas atrapadas en una espiral de vulnerabilidad. Una espiral, por cierto, cuyos contornos se asemejan a un laberinto sin salida, donde cada giro revela un nuevo desastre.
Un carnaval de crisis
Las cifras, estos testigos silenciosos pero obstinados, hablan por sí solas: 11,2 millones de desplazados, una cifra que rivaliza con la población de algunos países. De ellos, 8,2 millones deambulan por su propio país, convertidos en extraños en su propia tierra, una amarga ironía para unas naciones nacidas a menudo de fronteras arbitrarias. La cuenca del lago Chad, la RCA, el Camerún anglófono, el este de la RDC... epicentros donde los conflictos armados, los grupos terroristas y los juegos geopolíticos convierten la vida en un perpetuo ejercicio de supervivencia.
Y como para añadir un toque barroco a este drama, la naturaleza interviene: inundaciones, sequías, erupciones volcánicas. Todo ello salpicado de crisis sanitarias: COVID-19, Ébola, viruela MPOX, formando un cóctel donde cada sorbo es un veneno.
La CEEAC: el espejismo de las soluciones
Ante este carrusel de calamidades, la CEEAC blandió su nuevo juguete: el Fondo de Ayuda Humanitaria (FAH), decidido en la XXII Sesión Ordinaria de la Conferencia de Jefes de Estado y de Gobierno en febrero de 2023 en Kinshasa. Dos años más tarde, todavía no se ha acelerado el protocolo de aplicación, por utilizar la jerga de la ONU. Mientras tanto, la población no tiene más remedio que esperar, aferrándose a las promesas como a talismanes gastados.
El Centre d'Application et de Prévision Climatique (CAPC-AC) de Douala, presentado como un oráculo moderno, debe anticipar los riesgos. Queda por ver si sus previsiones evitarán que los países se hundan en el olvido cuando se apaguen las cámaras.
El baile de las sombras
Las declaraciones finales de la cumbre, tan solemnes como un réquiem, condenan los atentados, piden que se respeten los corredores humanitarios y alaban la resiliencia, esa palabra comodín que convierte el sufrimiento en virtud. Mientras tanto, sobre el terreno, la esperanza se convierte en resistencia y la dignidad en un lujo inalcanzable.
"Construir un África Central resistente, pacífica y próspera", concluye Abarry. Una esperanza piadosa, sin duda, pero que resuena como una melodía embriagadora en un baile en el que los invitados prefieren bailar a actuar.
¿Y si, por una vez, las cumbres extraordinarias se convirtieran en... ordinarias? Es decir, lugares donde los hechos se pongan al día con las palabras, donde los fondos dejen de ser fantasmas presupuestarios y donde la solidaridad no sea sólo un estribillo ocasional. ¿Utopía? Tal vez sí. Pero mientras tanto, el espectáculo continúa, con el cortés aplauso de la historia.
Vea el discurso del jefe de la UNOCA y la declaración final de los jefes de Estado y de Gobierno< .
Sommets en sommeil : La CEEAC danse sur un volcan humanitaire - Journal du niger