La prolongada crisis de Cabo Delgado requiere un triple enfoque del cambio climático, el conflicto y la ayuda humanitaria.
Mozambique, como gran parte del sur de África, se enfrenta a una creciente vulnerabilidad al cambio climático. Las frecuentes catástrofes climáticas, como las inundaciones, la sequía provocada por El Niño en 2023/24 y la tormenta tropical Filipo, han afectado gravemente a las comunidades dependientes de la agricultura.
En la provincia septentrional de Cabo Delgado, la pérdida de cosechas, la destrucción de infraestructuras y el desplazamiento de miles de personas se combinan con una violenta insurgencia para intensificar la grave inseguridad alimentaria. Se necesita urgentemente ayuda de emergencia y ayuda humanitaria.
Los factores económicos han contribuido a la situación. En Cabo Delgado, el descubrimiento de los mayores yacimientos de rubíes del mundo y de grandes reservas de gas natural trajo consigo esperanzas de crecimiento económico. Pero también espoleó una insurgencia armada del Estado Islámico de Mozambique (EI-M) activa en el norte del país desde 2017.
Más del 80% de la ayuda humanitaria se presta en situaciones de conflicto, por lo que el enfoque del triple nexo es vital.
Además de apuntar a los activos económicos, los militantes explotan los agravios locales, el desempleo y la pobreza para ganar apoyo para su causa, creando un ciclo de conflicto y lucha económica. Los grupos vulnerables y marginados se han convertido en los principales objetivos de reclutamiento de los insurgentes.
Esta compleja interacción de política, ideología y economía exige una respuesta integral tanto a las cuestiones de seguridad como a las consideraciones socioeconómicas.
En cuanto a la seguridad, el gobierno ha recibido ayuda de tropas de Ruanda y de la Comunidad para el Desarrollo del África Austral (SADC) desde 2021. Estos esfuerzos debilitaron a los insurgentes, pero la amenaza permanece y se ha desplazado a otras partes del norte de Mozambique a medida que los terroristas se adaptan a su nuevo entorno de seguridad. Aunque en 2022 se inició una estrategia para prevenir el extremismo violento y desarrollar Cabo Delgado, nunca llegó a aplicarse.
Varias organizaciones internacionales de ayuda han intervenido para proporcionar la tan necesaria ayuda humanitaria. El Comité Internacional de la Cruz Roja, la Organización Internacional para las Migraciones y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados proporcionan ayuda de emergencia y apoyo a los medios de subsistencia de las comunidades desplazadas y de acogida. CARE trabaja con mujeres y niñas para hacer frente a la pobreza, proporcionar acceso a la atención sanitaria, educación y apoyo durante las emergencias.
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU presta asistencia vital, incluidos servicios de protección, refugio, ayuda alimentaria, tratamiento de la desnutrición aguda y atención obstétrica de urgencia. La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional atiende las necesidades inmediatas de las comunidades afectadas por la tormenta en el centro y el sur de Mozambique, incluyendo refugio, agua, saneamiento e higiene. El Consejo Noruego para los Refugiados presta ayuda humanitaria en forma de refugio, educación, seguridad alimentaria y asistencia jurídica.
Estos esfuerzos ponen de relieve la interconexión entre los programas de desarrollo, la acción humanitaria y el impulso a la paz y la estabilidad.
En todo el mundo, los avances en desarrollo humano se han estancado o incluso han retrocedido, y cada vez hay más personas que viven en zonas afectadas por conflictos, al tiempo que aumentan las necesidades humanitarias provocadas por las crisis. La fragilidad y los conflictos son los motores directos de las crisis humanitarias, y los países afectados, como Mozambique, son los más rezagados en la consecución de un desarrollo sostenible. En consecuencia, cada vez hay más consenso internacional en que los esfuerzos humanitarios y de desarrollo deben anclarse en los cimientos de la paz y los derechos humanos.
La Cumbre Humanitaria Mundial de 2016 facilitó el apoyo al nexo humanitario-desarrollo-paz (o triple), destinado a garantizar la colaboración entre los esfuerzos humanitarios, de desarrollo y de consolidación de la paz en crisis prolongadas complejas. El triple nexo es una estrategia para hacer frente a las graves presiones que sufre el sistema de ayuda internacional y promover una mejor integración entre las organizaciones humanitarias y de desarrollo.
El enfoque del triple nexo se ha aplicado en regiones afectadas por conflictos como el Sahel y Yemen. En el Sahel, la continua inestabilidad alimentada por los grupos armados, la violencia étnica, el cambio climático y la fragilidad del Estado ha dejado a más de 18 millones de personas necesitadas de ayuda. Desde 2012, los actores internacionales han intentado mejorar la coordinación de las actividades humanitarias, de desarrollo y de consolidación de la paz para estabilizar la región y crear resiliencia a largo plazo.
En Yemen, donde la guerra civil ha llevado a millones de personas a enfrentarse a la inseguridad alimentaria, este enfoque se aplicó en respuesta a las emergencias políticas, económicas y humanitarias entrelazadas, sobre todo después de 2015, cuando se intensificó el conflicto.
A pesar de su atractivo, aplicar el enfoque del triple nexo en la práctica no ha sido fácil. La falta de coordinación entre los actores, las dificultades para mantener la neutralidad mientras se trabaja con fuerzas militares y las limitaciones de financiación son problemas clave. En el Sahel, la securitización de la ayuda y la fragmentación del control político dificultan la integración de la consolidación de la paz con los esfuerzos humanitarios. En Yemen, la ayuda es a menudo utilizada y controlada por los actores locales, lo que prolonga el conflicto y dificulta la entrega de la ayuda.
Aun así, el enfoque del triple nexo está ganando tracción debido al aumento global de las necesidades humanitarias, la disminución de los recursos y el reconocimiento de que más del 80% de la ayuda humanitaria se presta en entornos de conflicto complejos.
La estabilidad exige que se aborden las causas profundas de las crisis. Éstas suelen ser una combinación de desigualdades sociales y económicas, mala gobernanza, marginación política y factores de estrés medioambiental. Juntos crean un ciclo de vulnerabilidad, desplazamiento a largo plazo e inestabilidad.
Este ciclo sólo puede abordarse adecuadamente mediante esfuerzos humanitarios, de desarrollo y de paz integrados. Las partes interesadas deben encontrar nuevas formas de trabajar en todos los sectores para satisfacer la creciente demanda de enfoques más conectados y coordinados para las crisis a largo plazo.
El gobierno de Mozambique debe dar prioridad a la consolidación de la paz como componente central de una estrategia de triple nexo.
El gobierno de Mozambique, junto con los donantes internacionales, la comunidad de la ONU y los gobiernos de la región, deben dar prioridad a la consolidación de la paz como componente central de una estrategia de triple nexo. Esto significa asignar más recursos para apoyar un enfoque basado en las causas profundas.
La SADC y los actores internacionales deberían desarrollar un marco para abordar los retos interconectados del cambio climático, los conflictos y el desarrollo. Para ello será necesario mejorar la capacidad de las instituciones de la SADC para coordinar los esfuerzos y garantizar la plena aplicación de las medidas de adaptación al clima.
La prevención de conflictos y la consolidación de la paz deben integrarse en todos los programas de resiliencia climática. Las organizaciones humanitarias y de desarrollo deben adoptar enfoques sensibles a los conflictos y de consolidación de la paz comunitaria que aborden los agravios subyacentes, como el desempleo y los desplazamientos. De este modo, las partes interesadas pueden reducir el riesgo de violencia y crear las condiciones necesarias para una estabilidad duradera.
Climate, conflict and aid: three-pronged solution needed for Mozambique | ISS Africa
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