Compatriotas ecuatoguineanos y ecuatoguineanas:
Con ocasión del fin del año 2024, me complace sumamente dirigirme a todos vosotros, ciudadanos y ciudadanas de la República de Guinea Ecuatorial, de dentro y de fuera del país, para enviaros un mensaje de esperanza de cara al nuevo año 2025 que ahora se inicia.
El año 2024 termina como vienen terminando los demás años para nuestro país tras 45 años de poder absoluto del presidente Obiang, su familia y su partido político, el llamado Partido Democrático de Guinea Ecuatorial: con represión contra los que piensan diferente, corrupción escandalosa de parte de quienes, lejos de cumplir su misión de administrar los recursos del país para mejorar la vida de los ciudadanos, se dedican a saquear sistemáticamente las arcas públicas para convertirse ellos mismos en millonarios, mientras la vida del resto de los ciudadanos y ciudadanas empeora cada día.
Como consecuencia del aumento exponencial de la pobreza, las familias ya no pueden pagar la escolaridad de sus hijos, en un país en el que la desidia del Gobierno ha dejado el sector educativo en manos privadas, y en el presente curso académico, los centros han perdido casi un tercio de los alumnos matriculados en el curso anterior. El abandono de la educación ha tenido, como consecuencia, la falta de consideración a los docentes, que cobran unos salarios míseros, la escasez de material escolar, los malos resultados de las pruebas de Selectividad y el hacinamiento del alumnado de la UNGE por falta de aulas ya que el presidente de la República prefirió construir universidades en otros países. Mientras los alumnos han pasado más de cinco años sin material escolar, la población se ha enterado, con incredulidad, de que toneladas de libros se han estado pudriendo en contenedores porque las autoridades competentes no se percataron de su existencia.
En la Sanidad ocurre lo mismo, pues a la falta de motivación de los sanitarios se añade el caótico estado de nuestros hospitales, donde a falta de medicamentos básicos, los familiares de los pacientes tienen que peregrinar por toda la ciudad receta en mano, mientras toneladas de medicamentos caducan en los almacenes de CENTRAMED, como acaban de mostrar imágenes de la televisión pública.
La situación del transporte no es menos catastrófica. En un país cuya compañía aérea nacional acaba de contar con una decena de nuevos aviones, ahora los ciudadanos encuentran serias dificultades para viajar de Malabo a Bata y viceversa, y las compañías nacionales tienen que alquilar viejos aparatos de otros países para poder hacer frente a la acumulación de pasajeros en nuestros aeropuertos, al tiempo que el carguero de las Fuerzas Aéreas ya transporta pasajeros cobrándoles 40.000 FCFA para para poder trasladarse a la región continental del país. Tan catastrófica es la situación, que el propio jefe del Estado, para realizar sus viajes de Estado al exterior, ya tiene que fletar un avión de Ethiopian Airlines. Los ciudadanos tienen derecho a saber qué ha pasado con tantos aviones, y el gobierno, la obligación de dar las explicaciones correspondientes.
Otro tanto ocurre con el transporte marítimo: tras acabar con los buques nacionales Acacio Mañe y Djibloho, el Gobierno ha decidido promocionar a las compañías de familiares del presidente, pagándoles unos 38 millones de FCFA a cada una por viaje, mientras estas mismas compañías no hacen más que aumentar el precio por billete que cobran a sus pasajeros. Esta financiación, que alcanza unos dos mil millones de francos CFA por año, podría ser suficiente para adquirir un barco propio para la compañía nacional de transporte marítimo.
En un país como el nuestro, donde los ciudadanos construyen sus propias casas, el precio del saco de cemento ya es de 10.000 FCFA, ya que el Gobierno, favoreciendo a las empresas de la familia presidencial, ha entregado el monopolio de la venta del cemento a Abayak, que pone los precios que le da la gana porque no tiene competencia en el sector.
La mala vida en el campo, donde no hay actividad productiva que permita vivir a sus habitantes, ha obligado a muchos de éstos a trasladarse a las ciudades, donde solo encuentran más desempleo, más pobreza y más delincuencia e inseguridad ciudadana; el gobierno nos dijo que había acabado con la delincuencia juvenil, deteniendo indiscriminadamente a jóvenes y adolescentes y encarcelándolos al margen de todo proceso judicial, a pesar de que dichos jóvenes no son más que víctimas de la mala gobernanza y la injusta distribución de la riqueza nacional. Ahora las agresiones y robos a mano armada han reaparecido con más fuerza.
Como habréis observado, estimados y estimadas compatriotas, el año 2024 ha sido, una vez más, el año de la parodia de lucha contra la corrupción, cuando todos sabemos que un régimen basado en la corrupción y en el saqueo organizado de las arcas del Estado, no puede luchar contra la corrupción, porque, de lo contrario, todos los miembros y hombres importantes del régimen caerían como fichas de dominó. ¿Qué ha sido de la escenificación televisada del caso de corrupción en Ceiba? ¿Dónde están los culpables? Lo que se ha conseguido, después de dicha parodia y el fichaje de directivos extranjeros para administrar la compañía, ha sido el hundimiento total de Ceiba.
Compatriotas, este Gobierno no es capaz de gestionar nada de nada.
El año 2024 ha visto el cambio del gobierno más breve de nuestra historia. Tras calificar de inoperantes y corruptos a sus ministros, el presidente Obiang, que nunca se siente responsable ni culpable de los males de su régimen, anunció la dimisión de su ejecutivo en bloque y la formación de uno nuevo, sin novedades salvo la figura del primer ministro: todas las carteras más importantes siguieron en las mismas manos y la corrupción e inoperancia siguen como siempre. Seis meses después, la única medida anunciada por el nuevo ejecutivo ha sido la imposición del pago del seguro de los automóviles, como si la circulación vial fuera el problema más urgente cuya solución necesita nuestro país en estos momentos.
En medio de la miseria generalizada y tristeza en los hogares de nuestro país, el PDGE, como siempre, ha repartido víveres, entregando a cada familia que lo ha aceptado, una alita de pollo, un rabo de cerdo y dos vasitos de arroz, como si Guinea Ecuatorial fuera un campo de refugiados donde se necesita ayuda humanitaria para sobrevivir. No, compatriotas, no debemos seguir aceptando esta humillación, menos aún cuando vemos cómo la familia presidencial celebra la Navidad bailando con artistas internacionales a los que invitan pagando presumiblemente cantidades escandalosas de dinero, un dinero que necesita el pueblo para cubrir sus necesidades básicas, como el empleo, la salud o la alimentación.
Compatriotas, recordemos que el lema del PDGE y su candidato en las elecciones generales de 2022, fue “Votar al PDGE por la CONTINUIDAD”. CPDS os pidió el voto a favor del cambio y explicó que “Continuidad” significaba que el país iba a seguir con la misma miseria, la corrupción de siempre, la falta de medicamentos, los míseros salarios de los funcionarios, la corrupción y el empobrecimiento masivo de la población. Y así ha sido.
Por eso, compatriotas, no debemos aceptar esta situación tal como está, no debemos aceptar esta continuidad. No debemos esperar que otra persona venga a salvarnos de esta pesadilla de régimen, porque solo el pueblo salva a su pueblo, no un individuo. Quiero trasmitir un mensaje de esperanza y de futuro para nuestro país, un país rico en recursos naturales, pero despilfarrados por el gobierno del PDGE; un país que llegó a tener la renta per cápita más alta de África y de muchos países europeos, pero que ahora se encuentra sumido en la miseria porque sus gobernantes han saqueado las riquezas que nos pertenecían a todos.
A pesar de ello, insisto en transmitir un mensaje de esperanza y hacer entender que la riqueza más importante de un país no son los hidrocarburos, la madera o los peces de sus ríos y mares; la mejor riqueza es la que atesoran las cabezas bien formadas de los hijos de un país, y Guinea Ecuatorial tiene hijos, muchos hijos con cabeza para poder sacar a nuestro país de la pobreza, la mala gobernanza, la corrupción y la represión.
En nuestro país hay muchas injusticias, demasiadas injusticias. El método elegido por CPDS para luchar contra estas injusticias es la no-violencia, lo que significa que, ante cualquier injusticia, debemos protestar de forma pacífica, como lo han hecho otros países, como Senegal. En otro país, que es Venezuela, la dictadura está al borde de la caída por la acción pacífica de la oposición, una oposición que, consciente de que la dictadura había organizado unas elecciones fraudulentas, aceptó el desafío y participó con una sola candidatura, mostrando seriedad y unidad al pueblo; como era de esperar, el dictador no aceptó los resultados y las presiones internacionales están dando su efecto. Esto mismo deberíamos haber hecho todas las fuerzas políticas y sociales comprometidas por la lucha por la democracia en nuestro país.
Queridos compatriotas, confiemos en nosotros mismos, en nuestros esfuerzos porque se trata de nuestra propia libertad, de nuestra propia existencia como país y como seres humanos. Nadie va a venir del cielo, ni de otro país, para salvarnos. La comunidad internacional no ayuda a acabar con una dictadura si los propios ciudadanos perjudicados están con las manos cruzadas.
No quiero terminar este mensaje de fin de año sin recordar a todos nuestros compatriotas privados injustamente de libertad; me refiero a los activistas de derechos humanos, a los ciudadanos annoboneses detenidos y en paradero desconocido, a los condenados en juicios sin garantías procesales por delitos políticos, y cuya inmediata liberación pido desde aquí.
A todos ellos nuestra solidaridad y cariño.
Que el 2025 sea el año del cambio, de la libertad y de la prosperidad para Guinea Ecuatorial.
Muchas gracias.