Durante más de seis décadas, Chad fue un aliado crucial de las fuerzas francesas y estadounidenses en sus operaciones de contrainsurgencia en el Sahel. Pero ambos perdieron influencia debido a sus repetidos errores.
La región del Sahel se considera ahora el «epicentro del terrorismo mundial».
En nuestra reciente investigación, sostenemos que Francia y Estados Unidos antepusieron durante décadas sus intereses nacionales y los de las élites locales, creyendo que la estabilidad podía mantenerse mediante intervenciones militares. Al hacerlo, pasaron por alto factores locales críticos como la historia, la religión, las negociaciones y las necesidades de las poblaciones locales.
La reciente disolución del pacto de defensa Chad-Francia marca el fin de la influencia francesa en el Sahel. Chad era el último bastión de la influencia francesa allí.
Reflejando la importancia estratégica de Chad, un funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores francés declaró en septiembre de 2024: «No podemos permitirnos perder Chad». Sin embargo, ha ocurrido.
Chad no está solo. Unas horas antes de ese anuncio, el presidente senegalés, Bassirou Diomaye Faye, pidió el cierre de las bases militares francesas en su país, reflejando acciones similares en Níger, Burkina Faso y Mali en los últimos tiempos.
Francia no supo reconocer que la era del imperio había terminado.
El fin del pacto de defensa entre Chad y Francia plantea interrogantes sobre a quién podría recurrir Chad en el futuro y qué significa esto para la región. Supone un alejamiento de la influencia occidental directa en el Sahel y abre la puerta a otras potencias mundiales que desean ampliar su presencia.
Por qué Chad ha renunciado al pacto de defensa con Francia
Chad es un país centroafricano que se encuentra en el cinturón del Sahel, una región de África situada entre el Sáhara y las sabanas tropicales del sur. Chad, antigua colonia francesa de unos 20 millones de habitantes, no tiene salida al mar y comparte fronteras con Sudán, Libia, Níger, la República Centroafricana, Camerún y Nigeria.
Chad está dirigido por el presidente Mahamat Idriss Déby, de 40 años, que asumió el poder en 2021 tras la muerte de su padre, Idriss Déby Itno, que había gobernado desde un exitoso golpe de Estado en 1990. En mayo de 2024, Mahamat Idriss Déby prestó juramento como presidente civil tras unas elecciones que los grupos de la oposición impugnaron y denunciaron como amañadas.
Desde su independencia, Francia ha recurrido a «pactos coloniales» con sus antiguas colonias para controlar sus políticas monetarias y acuerdos de defensa, limitando su soberanía. El ministro de Asuntos Exteriores de Chad, Abderaman Koulamallah, declaró que poner fin a estos pactos de defensa suponía recuperar la soberanía.
Las tropas francesas llevaban décadas estacionadas en Chad en virtud de este pacto de defensa. Su finalización rompe un antiguo acuerdo entre los dos países. Déby describió el acuerdo como uno establecido en una época diferente, con circunstancias y actores distintos, y ahora obsoleto.
Otra razón esgrimida por Déby fue que con el fin del pacto de defensa cumplía una promesa que hizo el 23 de mayo de 2024, el día en que juró su cargo como presidente civil, marcando la transición de Chad de un régimen militar a un liderazgo civil.
El impulso para hacer esta promesa puede estar relacionado con el sentimiento antifrancés generalizado en África, así como con las demandas de organizaciones de libertades civiles y partidos de la oposición en Chad para que se ponga fin al pacto militar. El reciente asesinato de más de 40 soldados chadianos a manos de los yihadistas de Boko Haram en un ataque a una base militar puede haber sido el detonante final de la decisión.
Mamadou Doudet, líder de la oposición, criticó a las tropas francesas por no ayudar a Chad durante el ataque, afirmando que su presencia no era necesaria. Déby se hizo eco de esta opinión, afirmando que el acuerdo no aportaba ningún beneficio sustancial a Chad a la hora de afrontar retos como los atentados terroristas.
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores subrayó que Francia seguía siendo «un socio esencial», pero que Chad debía ser tratado como un Estado soberano «muy celoso de su soberanía». Se hace eco de lo dicho por el presidente senegalés:
Senegal es un país independiente, es un país soberano y la soberanía no acepta la presencia de bases militares en un país soberano».
Además de estas explicaciones públicas, es posible que la decisión de Déby se deba a consideraciones personales. Es posible que no esté satisfecho con la investigación abierta por Francia el pasado mes de julio sobre las acusaciones de haber utilizado unos 900.000 euros (965.000 dólares) del tesoro de Chad para comprar ropa de lujo en París. Una acusación que Déby ha rechazado por infundada.
La dinámica de poder en el Sahel
Cuando las tropas francesas abandonen Chad en los próximos seis meses, podría marcar el fin de la influencia directa francesa y occidental en el Sahel. Chad busca nuevos socios y es poco probable que repita con otro Estado el antiguo pacto de defensa con Francia. Chad ha recibido ayuda militar de EAU, ha recibido armas de Israel, ha adquirido aviones de entrenamiento y drones turcos, y ahora está explorando lazos con Rusia y Hungría.
La mayoría de los países con los que Chad comparte fronteras ya son aliados de Rusia, como Sudán, Libia, Níger y la República Centroafricana. La influencia de Rusia aumenta a medida que se desvanece la de Francia y Estados Unidos. Estados Unidos y Francia buscan ahora socios en la costa occidental de África.
El pasado noviembre, Francia se asoció con Nigeria. Ambos países firmaron acuerdos para reforzar su cooperación, incluso en la exploración de minerales sólidos.
Muchos podrían esperar que Chad recurra a Rusia o China, pero en nuestra opinión esto es poco probable. Es probable que Chad busque múltiples socios importantes, evitando al mismo tiempo la influencia indebida de uno solo.
Si Chad adopta este enfoque, podría ayudar a sostener su soberanía y responder a las preocupaciones de los defensores antifranceses. Sin embargo, queda por ver si estos acuerdos darán prioridad a las necesidades de las poblaciones locales y fomentarán las negociaciones con las partes enfrentadas para lograr una paz duradera.
Además, Chad podría reforzar la cooperación militar con Mali, Níger y Burkina Faso, miembros de la Alianza de Estados del Sahel, para impulsar la lucha antiterrorista en la región.
Los acontecimientos que se están produciendo actualmente en Siria, incluido el colapso del régimen de Bashar al-Assad, ponen de manifiesto la debilidad de los partidarios de Assad, como Rusia e Irán, al tiempo que refuerzan la influencia de Turquía e Israel, que se oponían a su régimen. Estos cambios geopolíticos podrían influir en la elección de socios por parte de Chad e incitar a otros países del Sahel a reevaluar sus alianzas.
Sin sus bases militares en el Sahel, Francia y Estados Unidos tendrían más dificultades para continuar sus operaciones de contrainsurgencia en la región. A medida que los países del Sahel asuman un mayor control de su seguridad, la cooperación entre ellos será crucial para alcanzar objetivos comunes.
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