Una escueta nota ha llegado a nuestra mesa de redacción: «Nos convocan mañana al palacio para felicitar como siempre». Este mensaje, aparentemente rutinario, revela un acto anual en Guinea Ecuatorial que, lejos de ser una muestra de afecto popular, es una práctica orquestada bajo un régimen de coacción y control absoluto.
Cientos de guineoecuatorianos, en especial empleados públicos, acuden cada fin de año al Palacio el dictador para participar en esta ceremonia impuesta. La asistencia no es opcional; la amenaza implícita es clara: faltar puede significar perder el trabajo, no solo el propio, sino también el de familiares cuyo empleo depende de los caprichos de un sistema que reparte puestos como favores personales.
Pero este año, la tensión se siente más pesada. En la comisaría de Policía de Biyabiyan, en Kie Ntem, se ha reportado la desaparición de armas de asalto y municiones. El silencio oficial al respecto solo aumenta la incertidumbre. En un país donde la fuerza policial es uno de los pilares del régimen, la pérdida de estas armas plantea ciertas preguntas : ¿quién tiene esas armas? ¿Con qué intención?
Mientras el régimen prepara la coreografía de la felicitación, con aplausos y sonrisas forzadas, la desaparición del armamento apunta a grietas en el control absoluto que siempre ha intentado proyectar. No hay certezas, pero las especulaciones crecen. ¿Es un descuido interno? ¿Un acto de resistencia? ¿El preludio de algo mayor?
El dictador recibirá, como siempre, las alabanzas de una población obligada, pero el telón que oculta las tensiones detrás de las bambalina parece cada vez más frágil. Este fin de año, el miedo, la incertidumbre y las preguntas sin respuesta pesan más que los aplausos impuestos.
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La felicitación forzada al dictador y las armas desaparecidas - RADIO MACUTO
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