Las recientes filtraciones de videos íntimos de Baltazar Ebang Engonga Edjo, conocido como Bello, circulan sin control en redes sociales, exponiendo una realidad escandalosa: relaciones con las parejas de familiares, amigos y presuntas altas personalidades del Estado, aparentemente bajo el efecto de sustancias exclusivas de la élite de Malabo. Este no es un caso aislado, sino una radiografía de la degeneración moral y la falta de ética que consume a la élite de Guinea Ecuatorial. Estas grabaciones, donde se observa practicando "yoga espiritual" con amigos en sesiones privadas con mujeres, convertidas en trofeos de sus excesos, son prueba de cómo la impunidad y la corrupción han hundido la moral de nuestra sociedad. El régimen de Obiang es el principal autor de esta descomposición, de una pérdida total de valores donde el respeto y la decencia han sido pisoteados.
Sin embargo, los guineanos tampoco hablan de otro factor que daña severamente a la sociedad: la secta roscroix, propiedad de la élite política, que realiza actividades secretas por dinero que, en una futura Guinea, saldrán a la luz como parte de un entramado de maldad e impunidad. La devastación familiar tras estas filtraciones es solo el reflejo de una élite corrupta y traicionera, que destruye vidas y actúa sin freno. Esta decadencia ha normalizado que ministros se casen con niñas, mientras otros acumulan mujeres creyendo que pueden satisfacerlas con "ayudas" farmacéuticas. Esposas de altos funcionarios buscan consuelo en figuras como Bello, representando una red de abusos y traiciones que Diario Rombe ha denunciado sin descanso. Cada día, estas prácticas denigran aún más a un pueblo que ansía dignidad, justicia y oportunidades para vivir sin humillaciones constantes.
Aquí, nadie respeta a nadie. La degradación ha alcanzado niveles tan grotescos que ahora muchos se graban en momentos íntimos y exhiben estos actos como trofeos de poder. Un gobierno de más de 400 miembros, unidos solo por el nepotismo, perpetúa la corrupción mientras la juventud, el 90 % de la población en situación de pobreza, observa en silencio o se vuelve en contra de quienes se atreven a denunciar.
Hoy, en Guinea Ecuatorial, el arma más mortal no son las balas, sino el Internet. Las pugnas políticas ya no necesitan de la violencia física; basta con difundir videos íntimos para destrozar reputaciones o empujar a alguien al suicidio. Se habla de más de 100 videos, con chantajes de por medio. Aunque en un país normal el chantaje sería un delito, en Guinea Ecuatorial, donde la justicia no existe, estos individuos están enriqueciéndose a costa de la desdicha ajena.
Guinea Ecuatorial está en caída libre. El VIH azota al país, y la élite corrupta y despilfarradora que lo ha sumido en el caos es solo una bomba de tiempo que, tarde o temprano, explotará. La moral ha sido aplastada, y el desprecio absoluto hacia el pueblo sigue llevándonos a un abismo sin retorno.
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