Focac 2024: entre China y África, el fin de un idilio

9/6/24
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Política
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El anterior Foro de Cooperación China-África (Focac), cuya edición de 2024 se organiza del 4 al 6 de septiembre en Pekín, se celebró en Dakar, en plena pandemia del virus Covid-19. Se clausuró con un aluvión de actividades . Terminó con un aluvión de promesas: mil millones de dosis de vacunas, la reasignación de 10.000 millones de dólares en Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI y un aumento del volumen total de las importaciones chinas procedentes de África hasta los 300.000 millones de dólares. Tres años después, ¿se han cumplido estas promesas? Es imposible comprobar si las sumas prometidas se han liberado realmente», lamenta el socioeconomista y sinólogo Thierry Pairault. Las promesas sólo son vinculantes para quienes las creen. Es lo mismo desde el primer Focac, en 2000.

Financiación a media asta

Desde el final de Covid-19, se han quitado las máscaras. Por ejemplo, las exportaciones africanas a China han caído de 117.000 millones de dólares en 2022 a 109.000 millones en 2023. Muy lejos de los 300.000 millones prometidos en Dakar. Aunque el comercio entre China y África aumentó ligeramente en 2023, hasta 282.000 millones de dólares (+1,3%), esta tendencia al alza puede atribuirse al aumento de las exportaciones chinas. Esta disminución de las ventas africanas, atribuible en particular a la caída de los precios de las materias primas, no es más que una prueba más de que, tras dos décadas de luna de miel, la hegemonía económica de China en África ha empezado a declinar.


«China ha reducido recientemente sus actividades de financiación en el África subsahariana, en un contexto en el que su crecimiento se está ralentizando y su apetito por el riesgo está disminuyendo», explica el FMI. En 2023, el crecimiento chino no habrá superado el 5,2%, la tasa más baja desde hace tres décadas fuera del periodo Covid. Pekín debe por tanto revisar a la baja su estrategia de las «Nuevas Rutas de la Seda» y sus ambiciones.

Pekín favorece ahora los proyectos «pequeños pero hermosos». «China quiere concentrar su financiación en las energías renovables y en todo lo que tenga que ver con la conectividad», explica Thierry Pairault. Este cambio de orientación no siempre beneficia a África, cuyas necesidades en infraestructuras siguen siendo inmensas. Según un estudio del Global Development Policy Center de la Universidad de Boston, China concedió 4.610 millones de dólares en préstamos a los gobiernos africanos en 2023. Se trata de un aumento respecto a la cifra de 2022, pero muy lejos de los cerca de 28.000 millones de dólares concedidos en 2016, el año pico. «Los días del dinero fácil han terminado», confirma Thierry Vircoulon, investigador del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (Ifri).

Desconfianza y endeudamiento excesivo

China posee alrededor del 60% de la deuda bilateral de los países del continente. Sin embargo, la parte de China en el total de la deuda soberana del África subsahariana sigue siendo relativamente pequeña, en torno al 6%. De hecho, la mayor parte de la deuda africana se compone de deuda interna (60,9%), deuda comercial (16,4%) y deuda multilateral (13,7%). Evidentemente, «la deuda con China no ha sido el principal contribuyente al fuerte aumento de la deuda pública en la región durante los últimos quince años», afirma una nota de analista del FMI fechada en octubre de 2023. Sin embargo, lo cierto es que los países en situación de sobreendeudamiento son también los que más se han beneficiado de la generosidad de Pekín: Zambia, Ghana, Kenia, Etiopía y otros. La cuestión del sobreendeudamiento ha provocado divisiones. Ha habido manifestaciones antichinas en Zambia, y nuestros gobiernos son más cautelosos, negocian y ya no firman con los ojos cerrados», explica un ministro de Finanzas africano bajo condición de anonimato.

Casi un cuarto de siglo después del primer Focac, es innegable que la relación China-África está en declive. Entonces, ¿qué puede esperar África de este acontecimiento de 2024? Para África en su conjunto, en realidad no hay mucho en juego», afirma Thierry Pairault. La cuestión de las deudas es central, pero no debería haber ningún anuncio en particular. Las negociaciones se llevan a cabo caso por caso y China lleva años dando largas.
No obstante, las reuniones bilaterales de alto nivel podrían producir resultados concretos. Las delegaciones africanas traen consigo proyectos que esperan que sean financiados», explica Diane Sayinzoga, responsable de la oficina africana de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Del mismo modo, empresarios del continente vienen a firmar contratos y buscar socios». «Tenemos dos proyectos para los que estamos buscando financiación. Tenemos muchas esperanzas de que se materialicen», confirma nuestro Ministro de Finanzas, que llegó a China hace varios días. Por lo demás, no esperamos gran cosa». Por el contrario, China ve en los países africanos clientes potenciales, «sobre todo para la energía verde, los paneles solares y las baterías», explica Thierry Pairault.

Centrarse en la política

Aunque China quiere mantener su estatus de líder de la cooperación Sur-Sur, este Focac podría poner el acento en el aspecto político. Por una vez, esto es al menos lo que se desprende de las declaraciones chinas previas a la cumbre», explica el investigador Xavier Aurégan, autor del libro Chine, puissance africaine.

En un momento en que se cuestiona la arquitectura financiera internacional dominada por Occidente, «la fraseología y la posición chinas pueden halagar el ego de los dirigentes africanos presentes en Pekín, al proponerles reformar el orden y el sistema internacionales», añade el investigador. Pero, ¿bastarán los grandes discursos para satisfacer a África? Es dudoso, dadas las expectativas y las necesidades de infraestructuras», prosigue Xavier Aurégan. La financiación china para el desarrollo de África está llegando a un límite, al igual que la política africana china».

Las relaciones y los equilibrios de poder han cambiado. China parece necesitar ahora a África más que al revés. A pesar de su ralentización económica, el gigante asiático depende más que nunca de las materias primas necesarias para sus cadenas de producción. La mina de hierro de Simandou, el yacimiento petrolífero de Agadez y el oleoducto entre Níger y Benín, el «contrato del siglo» en la RDC... A diferencia de los préstamos soberanos, las inversiones y financiaciones chinas en este ámbito no se ralentizan. Sin embargo, estos sectores siguen proporcionando pocos puestos de trabajo.

«Este Focac debería ser una oportunidad para negociar inversiones en las cadenas de valor africanas, en las industrias de transformación de materias primas», argumenta el camerunés Albert Zeufack, director del Banco Mundial para Angola, Burundi, la RDC y Santo Tomé y Príncipe. «Los gobiernos africanos piden un reequilibrio de las relaciones, que China participe en la industrialización de África», confirma Thierry Vircoulon. «Pero, a pesar de la retórica y de algunas excepciones, no es así. China no quiere crearse competencia en el extranjero; se dispararía en el pie», añade el sinólogo Thierry Pairault.


Como Occidente antes que ella, China -a pesar de su retórica oficial de no injerencia- tampoco es inmune a la geopolítica africana. Los atentados yihadistas contra su oleoducto en Níger y su papel de mediador forzoso en el tira y afloja entre Niamey y Porto Novo son los ejemplos más recientes. En resumen, ¿no se ha convertido China en un inversor como cualquier otro en el continente? Esto se está haciendo patente poco a poco, sobre todo en el sector de la construcción y las obras públicas, donde el sector privado está tomando el relevo del público. «Es una cuestión fundamental que cambiaría, al menos en parte, la naturaleza y los métodos de intervención en esta relación global China-África», concluye Xavier Aurégan.

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Imagen de portada: Cartel anunciador del Foro de Cooperación China-África (Focac) 2024, en Pekín, el 30 de agosto. ADEK BERRY / AFP