ÁFRICA OCCIDENTAL Tras los golpes de Estado: solo ha cambiado el patrón

7/24/24
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Política
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Las juntas militares que han asumido el poder despliegan una política conjunta de acercamiento internacional, una estrategia compartida en la lucha contra las guerrillas yihadistas y una retórica común en torno a la defensa de la soberanía nacional. ¿Qué decir de esta nueva realidad en África Occidental? Hay quienes ven en estos jefes golpistas a portaestandartes de la liberación de África, pero por desgracia la realidad es muy distinta.

El rasgo común que caracteriza estos tres golpes es que están dirigidos contra la política francesa. No tienen nada que ver, por ejemplo, con el golpe de Gabón, un país centroafricano que también forma parte de la esfera de influencia francesa. La crisis es tan profunda que los soldados franceses han tenido que abandonar la región, las misiones diplomáticas de Francia han cerrado y cualquier ciudadano o ciudadana francesa se considera persona non grata.

La ignorada historia africana de Francia

Hay muchas causas que explican este comprensible rechazo popular, particularmente por parte de la juventud. Tenemos, por supuesto, la historia de las relaciones de Francia con los países africanos, marcada por la esclavitud y el colonialismo, aspectos que muchos políticos franceses todavía ven con buenos ojos.

La política neocolonial francesa a partir de la independencia de estos países se denominaba Françafrique. La antigua potencia colonial mantuvo su dominación económica y financiera a través del uso del franco CFA, una moneda respaldada por el Tesoro francés. También persistió la dominación militar, con tropas francesas estacionadas en Gabón, Senegal, Costa de Marfil, Chad y Yibuti. Sin hablar ya de las más de sesenta intervenciones militares en el continente desde la independencia. La intervención en Libia chocó con una fuerte oposición y desestabilizó la región del Sahel. La complicidad de Francia con el genocidio de la población tutsi en Ruanda permanece dolorosamente en la memoria.

Confrontación con la política francesa

Un periodista francés publicó un libro titulado Arrogant as a Frenchman in Africa (Arrogante como un francés en África), expresión que describe certeramente cómo las autoridades francesas se han ganado la enemistad de la juventud africana. Recordamos las declaraciones de un expresidente que dijo en Dakar que “the African man has not entered history” (“el hombre africano no ha entrado en la historia) y la broma despectiva del presidente Macron cuando insinuó que su homólogo de Burkina Faso había salido de la sala para reparar el aire acondicionado. La política de visados injusta e humillante también contribuye a esta percepción.

La imagen de Francia es la de un país islamófobo y racista por cómo trata a las personas migrantes y sus políticas discriminatorias hacia la diáspora africana.

El fracaso de las operaciones militares francesas en el Sahel

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La incapacidad de Francia de erradicar la amenaza yihadista en esta región es una causa importante de la ruptura. El ejército francés intervino primero en Mali con la Operación Serval. Esta operación, considerada erróneamente un éxito, no hizo sino dispersar a los grupos islamistas, que se reorganizaron rápidamente y lanzaron ataques cada vez más contundentes. Las autoridades francesas se embarcaron entonces en una operación más amplia, Berkán, extendida a todos los países del Sahel. A pesar de los ocho años de intervención, los islamistas han avanzado en Mali, Níger y Burkina Faso, dando pie a amplios malentendidos e incluso teorías conspiratorias sobre una supuesta alianza de Francia con los islamistas.

La verdad, desde luego, es muy distinta. Las autoridades francesas fueron incapaces de ver que las insurgencias estaban estrechamente relacionadas con problemas recurrentes que variaban de un territorio a otro. Entre ellos, el enfrentamiento por tierras y agua entre pastores (mayoritariamente fulanis) y agricultores, el cuestionamiento de la rigidez de las estructuras sociales por parte de la gente joven, o las revueltas de descendientes de esclavas y otras familias marginadas. Además, las organizaciones islamistas ofrecen a muchos jóvenes una remuneración mediante actividades de tráfico ilegal. La respuesta francesa no respondía más que al criterio de seguridad. Peor aún, en 2017, en Mali, la gente que asistió a la Conferencia de Reconciliación Nacional urgió a las autoridades a entablar negociaciones con las fuerzas insurgentes. Francia se opuso firmemente mientras que al mismo tiempo negociaba y pagaba rescates para liberar a los rehenes franceses.

Los golpes en respuesta a la movilización popular

Los golpes de Estado se produjeron en medio de importantes movilizaciones populares que denunciaban tanto a los regímenes corruptos como su incapacidad para resolver la crisis de seguridad. En Mali, el golpe vino precedido de una serie de manifestaciones masivas, dirigidas por una coalición, el Movimiento del 5 de Junio ‒ Agrupación de Fuerzas Patrióticas (M5-RFP), compuesto por partidos y asociaciones islámicas. Una minoría del M5-RFP, encabezada por  Choguel Maïga, apoyó a la junta militar.

En Burkina Faso, una revolución en 2014 había tumbado la dictadura de Blaise Compaoré y las tropas francesas facilitaron la huida de este. Se produjo después la elección del presidente Roch Kaboré, cuyos fracasos en materia de seguridad facilitaron el golpe militar. El caso de Níger es ligeramente distinto. El golpe dirigido por el general Tiani, jefe de la guardia presidencial, resultó de una lucha interna en el seno del Partido Nigerino por la Democracia y el Socialismo, que gobernaba el país. No obstante, en los tres casos las juntas militares se presentaron como salvadoras y gozaron de cierto apoyo popular.

El papel de la CEDEAO y las críticas de Francia

La popularidad de las juntas vino apuntalada por la política de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO). So pretexto de restablecer el orden constitucional, la CEDEAO impuso un duro embargo económico que afectó sobre todo a poblaciones que ya habían sufrido mucho durante la crisis de la pandemia de covid. Incluso amenazó con una intervención militar en Níger mientras daba el visto bueno a todos los fraudes electorales. Al mismo tiempo, las autoridades francesas no dejaron de criticar públicamente a las juntas militares, y Macron incluso se negó a aceptar la petición de Niger de retirar las tropas francesas del país, calificando el gobierno de ilegítimo. Las juntas lo aprovecharon para abandonar la estructura regional y formar la Alianza de Estados del Sahel (AES), una alianza económica y militar.

¿Son progresistas las juntas militares?

Los dirigentes golpistas hacen gala de un discurso soberanista, antifrancés y antioccidental que se alinea perfectamente con la ideología de Putin. Critican la democracia como imposición foránea y sistema inadecuado para las tradiciones africanas, o la tachan de ineficaz.

¿Se percibe el éxito prometido? Está claro que no. La situación de seguridad se deteriora significativamente, ya que los yihadistas controlan vastos territorios. El reciente ataque al cuartel de Mansila, en Burkina Faso, donde murieron más de cien soldados, es una prueba palpable de la incapacidad de las juntas para resistir. Irónicamente, los detractores de Francia han seguido la misma política centrada exclusivamente en la seguridad y rechazan toda solución política del conflicto. El empleo de los costosos mercenarios del grupo Wagner ha causado numerosas masacres, como en Moura, donde los mercenarios y soldados malienses mataron a más de 500 civiles. Níger ha contratado los servicios de una compañía turca de mercenarios, SADAT. En Burkina Faso, la junta ha creado unas milicias escasamente armadas y apenas instruidas, los Voluntarios para la Defensa de la Patria (VDP), que son objetivos fáciles para los grupos islamistas y a menudo atacan a la comunidad fulani.

Supresión de la democracia y represión

A medida que se agrava la crisis, las juntas pierden fuerza y responden restringiendo el espacio democrático. Prohíben las actividades de los partidos políticos y detienen a sus líderes o los empujan al exilio, como ha ocurrido con Umar Mariko, dirigente de una organización maliense de izquierda radical. La prensa se somete a censura, las personas destacadas de la oposición van a la cárcel o se envían al frente con los VDP, como ha sucedido en Burkina Faso con el abogado Guy-Hervé Kam, cofundador de la combativa organización de la sociedad civil, Balai Citoyen, y el exministro de Asuntos Exteriores, pese a haber cumplido los 70 años de edad. Dirigentes sindicales, como Musa Diallo, de la Confederación General del Trabajo de Burkina Faso, son objeto de persecución.

Puede que haya gente que se deje engañar por la retórica soberanista o incluso antiimperialista de las juntas, que no hace más que imitar la de otros dictadores africanos. Acusadas de corrupción o fraude electoral, ellas se defienden adoptando un discurso anticolonialista para denigrar a sus oponentes. En la práctica, las juntas se parecen a otras dictaduras como un huevo a otro: la misma censura, la misma represión, el mismo fraude electoral, la misma corrupción. La única diferencia es su lealtad a Putin. Quienes defienden la política de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” dejan de lado los intereses de la población de estos países y no ven que las juntas no les han liberado del neocolonialismo; solo han cambiado de patrón.

Paul Martial, 05/07/2024, Amandla!, Traducción: viento sur

https://vientosur.info/tras-los-golpes-de-estado-solo-ha-cambiado-el-patron/

Imagen de portada: West Africa region, political map. Area with capitals and borders. The westernmost countries on the African continent, also called Western Africa. English labeling. Illustration. Vector.