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RUSIA ES LA CULPABLE de los golpes de Estado en el Sahel africano, según un nuevo análisis del principal investigador del Pentágono sobre África, que ignora el papel de Estados Unidos en el entrenamiento de los dirigentes de estos motines - y dos décadas de políticas antiterroristas fallidas de Estados Unidos en la región.El artículo, que hace un llamamiento a «plantar cara a las junta militares africanas", no menciona que al menos 15 altos oficiales que se beneficiaron de la ayuda estadounidense en materia de seguridad han participado en 12 golpes de Estado en África Occidental y en el Sahel durante la guerra contra el terrorismo.«Una alarmante cadena de golpes de estado militares en todo el Sahel en los últimos años ha dado al traste, en gran medida, con el compromiso occidental en esta importante y altamente inestable región», han escrito Jeffrey Smith, director fundador de la organización sin ánimo de lucro pro-democracia Vanguard Africa, y Joseph Siegle, director de investigación del Centro Africano de Estudios Estratégicos, una institución de investigación del Pentágono, en un reciente artículo publicado en el Journal of Democracy así como en el Centro Africano.
Centrándose específicamente en los golpes de estado de Burkina Faso, Malí y Níger, señalan:
«Rusia ha tenido una participación activa y en absoluto sutil en los golpes de Estado en cada uno de estos tres países, que estuvieron precedidos por al menos un año de intensa desinformación destinada a desestabilizar a los gobiernos democráticamente elegidos (y de tendencia occidental) en el poder.»
Una serie de informes de The Intercept han descubierto que militares que habían recibido formación estadounidense han tomado parte en los golpes de Estado en Burkina Faso (en 2014, 2015 y dos veces en 2022), Mali (en 2012, 2020 y 2021) y Níger (en 2023). Oficiales formados también por Estados Unidos participaron en golpes de Estado en Mauritania (2008), Gambia (2014), Chad (2021) y Guinea (2021).
El número total de insurgentes entrenados por Estados Unidos en toda África después del 11-S puede ser mucho mayor de lo que se sabe, pero el Departamento de Estado, que hace un seguimiento de los datos sobre los militares entrenados por Estados Unidos, no quiere o no puede facilitarlos.
El Pentágono tenía obligación de informar a los comités de las Fuerzas Armadas del Senado y de la Cámara de Representantes sobre los golpes de Estado llevados a cabo por socios africanos formados por Estados Unidos, pero no lo hizo en marzo.Una fuente en el Capitolio ha manifestado a The Intercept que el Pentágono celebró finalmente la sesión informativa clasificada que se le requería, pero el Departamento de Defensa no ha confirmado esta información.
Estados Unidos se ha visto obligado recientemente a retirar sus tropas de Níger y Chad debido al deterioro de las relaciones con estos antiguos aliados y con los antiguos acólitos que ahora los dirigen.
«Aunque las juntas militares justifican sus golpes de Estado -y la continuación de gobiernos de hombres fuertes- con la afirmación de que son los únicos capaces de restablecer la seguridad, los episodios de violencia vinculados a grupos islamistas se han duplicado desde que los militares han tomado el poder», escriben Smith y Siegle.
Aparte de una sola frase en la que se señala que «los países occidentales han estado trabajando estrechamente con los gobiernos democráticamente elegidos de Níger, Burkina Faso y Malí durante más de una década», el informe no incluye ningún debate sustancial sobre los miles de millones en ayuda a la seguridad que el gobierno de Estados Unidos ha inyectado en el Sahel, ni sobre el entrenamiento militar proporcionado a muchos de los líderes de estos golpes.Tampoco se menciona el fracaso de los esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos ni los picos de violencia terrorista mucho más elevados producidos durante el periodo de intervención estadounidense.
El Departamento de Estado contabilizó un total de nueve atentados terroristas en toda África en 2002 y 2003, los primeros años de la ayuda antiterrorista estadounidense en el Sahel.El año pasado, sólo en Burkina Faso, Malí y Níger se produjeron 3.716 actos violentos, según el Armed Conflict Location & Event Data Project, una organización de seguimiento de crisis. Esto representa un aumento de más del 41.000%.
Esto ha sido desastroso para la población del Sahel. En ese mismo periodo, el número de víctimas mortales vinculadas a la violencia islamista se ha disparado, pasando de las 23 muertes contabilizadas por el Departamento de Estado en 2002 y 2003 a 11.643 en 2023, lo que supone un aumento de más del 50.000%, según las cifras facilitadas por el Centro Africano del Pentágono.
A principios de este año, el general Michael Langley, jefe del Mando de Estados Unidos en África, rechazó cualquier insinuación de que el apoyo estadounidense al personal militar africano estuviera relacionado con sus rebeliones. «No hay un plan de estudios para derrocar gobiernos; desde luego no en nuestras instituciones", manifestó Langley. «Seguro que no hay correlación o causalidad entre el entrenamiento estadounidense y que se produzca un golpe».
Siegle no ha respondido a una solicitud de entrevista que se le envió a través del Africa Center. Smith manifestó a The Intercept que no estaba seguro de si el aumento del terrorismo en el Sahel fue mayor durante las intervenciones estadounidenses que durante el periodo de participación rusa, pero subrayó que esto «no es una disculpa ni una justificación del fracaso de la política estadounidense durante más de una generación». También admitió que el entrenamiento por parte de Estados Unidos de líderes de las juntas, y de militares actualmente desorientados de la región en general, era «una crítica justa que debería plantearse».
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